viernes, 26 de septiembre de 2014

Capitulo 10: Nada es para siempre.

El saber que existe una, al menos, una pequeñísima oportunidad en algo que deseas lograr pero que se ve muy lejano, es ya un paso demasiado grande. Yo tenía una oportunidad en mis manos y tenía que tomarla, era ahora o nunca.
Al día siguiente le llamé por teléfono para saber qué haría esa noche. Me comentó que tenía que hacer un trabajo muy importante para la universidad y que no sería posible vernos. Me desilusioné un poco, llegué a pensar que era un pretexto para comenzar a alejarse de mí, pero no fue así. Al poco rato me llamó para preguntarme si nos podíamos ver esa noche, le podía ayudar con su trabajo y así podríamos pasar tiempo juntos. Acepté de inmediato y al poco tiempo llegó por mi.
Llegamos a su casa y el se dirigió a la cocina a preparar chocolate. El clima estaba bastante frío y los dos deseábamos tomar algo caliente. Me senté sobre la silla de su escritorio para comenzar a leer de qué se trataba su trabajo. Bajé la mirada y pude observar que la hoja con la lista que había visto el día antes estaba debajo de las demás hojas de su trabajo. No las toqué, sólo observe esperando a que llegase el momento oportuno para mencionarlas.
Se sentó junto a mí y comenzó a explicarme en qué consistía su trabajo. Entonces fingí que estaba leyendo las hojas de su trabajo y comencé a leer todas las que estaban en su escritorio, hasta que llegué a la que deseaba llegar. Fingí estar extrañada por aquella lista de deseos, el me miró con extrañeza, casi queriendo arrebatármela, pero ya era demasiado tarde, también a esa hora me había dado tiempo de terminar de leer.

-¡Qué bonita lista! ¿Tú la hiciste?- Exclamé emocionada.
-Si, pero fue hace mucho. -Dijo mientras suavemente me la quitaba de las manos.
-¿Qué pasa? No tiene nada malo que muestres tus sentimientos de vez en cuando, o... ¿si?
-No, nada, pero esos no son mis sentimientos, son tonterías, cursilerías. Ya te había dicho que no me gustan esas cosas, esto lo escribí como un juego, hace mucho.
-Pues está muy bonito, ojalá lo pusieras en práctica.
-En absoluto- Dijo tomando un lápiz y disponiéndose a escribir en la hoja.-  esto no tiene por qué existir. -Dijo mientras ponía un NO antes de todas las frases.
-¿Por qué haces eso? Ojalá te dieras la oportunidad de creer de nuevo en el amor, es hermoso.
-No tengo ganas. Todo comienza siempre con lo mismo: Felicidad, pura felicidad, emoción, cursilerías, promesas que nunca se cumplen, ¿Para qué? Para que al final alguno de los dos se traicione, rompan todo lo construido y sólo te quedes llorando... ¡No gracias! El amor no es para mí. La vida es para disfrutarse, ¿Por qué conformarse con una sola persona habiendo tantas en este mundo? Solo vive, y verás que no sufrirás. -Dijo mientras me regalaba una de sus típicas sonrisas coquetas.

En ese momento confirmé que mi teoría acerca de su antipatía hacia el amor había sido debido a un rompimiento amoroso, pero ya no quise preguntar más. Continuamos con su trabajo hasta que, pasada la media noche, al fin terminamos. Fuimos a su cama a descansar un poco de estar sentados por mucho tiempo. Me abrazó, por primera vez solamente me abrazo fuerte y se durmió. Lo observé detenidamente mientras dormía; ¡Qué cara tan dulce! Pensé. No podía creer que aquel ángel durmiendo fuese ese ser de piedra, como se auto retrataba.

Al día siguiente desperté y el desayuno ya estaba preparado. Iker me despertó con un beso. Abrí los ojos y el amanecer viendo su rostro era lo más hermoso que había podido sentir.

-Buenos días flojita -Dijo mientras me miraba sonriendo.
-Buenos días- Respondí soñolienta.- ¡madrugaste! - Sonreí.
-Olvidé que tenía que agregar algo más al trabajo y decidí preparar el desayuno. ¿Gustas?
-¡Cocinaste parta mí! Claro, vamos.- Respondí emocionada.

Desayunamos como nunca: felices de la vida, sonriendo, platicando de todo, de nada, de cualquier cosa que se nos presentara en el camino. Sin duda había algo muy especial que nos unía, algo de una dimensión que ni él ni yo sabíamos.
Fue a dejarme a mi casa y cerré la reja del portón. Estábamos divididos por él y comencé a juguetear con la división.

-Así será la relación de ahora en adelante, solamente tras las rejas, así no me podrás tocar. -Dije sonriendo coqueta.
-Y, ¿Crees que eso me importa?- Respondió serio.
-Pues, no sé, quizás si.
-Yo me la paso muy bien contigo, pueda tocarte o no. Así que una reja para mí no sería problema, mientras pueda ver tu sonrisa, esa sonrisa coqueta tan tuya y escuchar esa vocesita suave. Eres especial María, muy especial.

Sonreí y no quise decir nada más para no arruinar el momento. Entré a mi casa y me quedé tirada por varios minutos sobre la cama. Estaba soñando definitivamente, ¡tenía que estar soñando! El hombre de mi vida, sentía algo por mí, ¡Yo lo sabía! ¡Lo sentía!.
Las cosas continuaron de maravilla. Salidas hermosas, mucha caballerosidad de su parte, muy tierno conmigo, nada podía ser mejor. Un día pusimos música volumen muy alto y comenzó a bailar y cantar él solo, morí de risa hasta que me invitó a hacerle compañía, había sido el mejor día de mi vida. Sabía que estaba a punto de conseguir el objetivo deseado; lo que no sabía era lo que vendría días después...

Fui a su casa a prepararle una comida sorpresa. Me había prestado las llaves supuestamente por que había olvidado algo. Estaba muy feliz cocinando cuando de pronto tocaron el timbre. No sabía si abrir o no, ya que no era mi casa, pero pensé que podría ser algo importante y entonces abrí la puerta.

-¿Si?- Pregunté. Era una chica aproximadamente de nuestra edad, de cara muy bonita y cuerpo perfecto, por lo que me dio aún más curiosidad saber qué hacía allí.
-¡Hola! Disculpa, ¿Está Iker? ¿Si vive aquí?
-Hola, si, si vive aquí pero por el momento no está. Si gustas puedes dejarle un recado y yo se lo doy.
-Solamente dile que vino a buscarlo Molly, que me llame en cuanto le sea posible.
-Yo le digo.

Se alejaba cuando de pronto se dio media vuelta y se volvió a dirigir hacia mí antes de que cerrara la puerta.

-¿Puedo hacerte una pregunta un poco indiscreta?- Preguntó apenada
-Si, dime. -respondí intrigada.
-¿Eres su novia o su compañera de departamento?
-Creo que si no sé quién eres, no tengo por qué responder a ello, discúlpame.
-Si, sé que no debo preguntarte, pero quisiera no ocasionarle problemas en caso de que si fueses su novia. Verás... yo soy... o era novia de Iker, no sé si alguna vez te habló de mí...

Continuará...
















lunes, 28 de julio de 2014

Capitulo 9: "Una esperanza rota"

-No te haré nada que tú no quieras, tranquila.
-Es que de verdad, necesito saber qué es lo que quieres conmigo, porque... creo que a ambos nos resulta claro qué es lo que yo quiero, ¿Cierto?- Dije molesta.
-Tú quieres una relación formal conmigo, ¿Es así?
-Si- respondí segura.

Hizo una pausa de algunos segundos. Sólo se limitó a sentarse sobre la cama mientras se mantenía pensativo, como si se hubiese arrepentido de algo.

-Yo no creo en el amor, María. Para mí el amor es algo que se inventó para comercializar, para hacer la vida un poco más interesante, para manipular, nada más. Te voy a ser honesto: Yo no busco una relación estable, no soy así, es algo que va en contra mía. Yo salgo con chicas, una vez, dos veces, depende de cuánta química haya, pero... después me fastidio y lo dejó. -Respondió muy serio, como si estuviese hablando de algo realmente profundo.
-O sea que... ¿Yo soy como cualquier otra chica en tu vida?
-Pues... si. No te quiero lastimar, tú eres una chica muy linda y realmente lo que quiero contigo no es sexo. Me la paso muy bien contigo, reímos, hay química, pero... ya, eso es todo. Si yo hubiese querido solamente sexo contigo, desde el primer día dejaría de haberte buscado. ¿Por qué? Porque ese día yo supe que no eras de las chicas que son fáciles y que solamente buscan eso. Pero si tú no te sientes cómoda con lo que te acabo de decir y quieres alejarte de mí, adelante, puedes hacerlo.

Me recosté sobre la cama, boca abajo. Realmente en ese momento una de mis más grandes esperanzas se estaba rompiendo. Realmente estaba conteniendo mis ganas de llorar, mis impulsos por salir corriendo de ahí y no volver a regresar nunca. Algo se había roto, definitivamente, y creí que en ese momento debía terminar el sueño de mi vida, con mi hombre perfecto.
Él puso observar que todo lo que me había dicho había causado algo en mí, algo feo. Así que con mucho trabajo, trató de consolarme, pero eso realmente fue lo que me hizo vencerme y dejar caer algunas lágrimas.

-Algún día vas a encontrar a alguien que te quiera como lo mereces. -Dijo tiernamente.
-Eso espero... -Respondí sin mirarlo, tratando de ocultar mis lágrimas y mi voz de tristeza.

Limpié mis lágrimas disimuladamente, aunque estaba absolutamente segura de que Iker las había notado. Me repuse sobre la cama y, un poco más tranquila, pude decirle que me iba.

-Es hora de que me vaya Iker, muchas gracias por todo. Cuídate.
-¿No quieres que vaya a dejarte a tu casa?- preguntó amablemente.
-No, muchas gracias, será mejor que me vaya sola.
-No, en verdad, te llevo.- Dijo mientras tomaba una chamarra y las llaves de su auto.

Como siempre, me abrió la puerta de su auto, pero ya nada era lo mismo, al menos no para mí. Todo el camino a casa nos mantuvimos en silencio, él pronunciaba algunas palabras como tratando de romper la tensión, pero yo no podía responder, estaba en shock. Cuando al fin llegamos a mi departamento, bajó conmigo y al llegar a la puerta, me despedí de él pensando en que quizá esa era la última vez que nos veríamos.

-María, después de lo que te dije, ¿Quieres que nos sigamos viendo?

Me quedé en silencio, en ese momento no sabía qué pensar. Sabía que él era un hombre muy maduro, y que, seguramente si yo le respondía que no, jamás nos volveríamos a ver. Pero eso no era lo que yo deseaba, estaba decepcionada, si, pero no sabía qué pensar. Mi dignidad me decía que no debía continuar, pero mi corazón me pedía una oportunidad más. Respondí sin estar segura, pero era lo más fácil en ese momento.

-Si, ¿Por qué no?- Respondí sonrieindole.

Me dió un beso y subió a su auto. Mientras iba subiendo por las escaleras pude desahogarme y lloré. No encontraba otra manera de poder sacar todo lo que tenía dentro. Era una confusión enorme. Me encontraba decepcionada, dolida... ¿Debía continuar aún sabiendo que no llegaría a nada? ¿debería seguir ilusionandome para que cuando él decidiera terminar, yo terminara aún más herida? Eran preguntas que revoloteaban en mi cabeza, y que no podía sacar.
Llegué a mi recámara y allí se encontraba Karly, quien pudo ver mi angustia en el rostro.

-¿Qué tienes María? ¿Te pasó algo? ¿Te hizo algo ese chico con el que sales?
-No, el es incapaz de hacerme algo. - Respondí.
-¿Entonces? ¿Qué tienes?
-Él no me quiere, Karly.
-¿Te lo dijo?
-Si. Prácticamente me dijo que sólo soy un entretenimiento, una compañía, algo para no sentirse solo, nada más. El día en que se aburra de mi, dejará de buscarme y hasta ahí terminará todo.- Terminé la última frase y sollocé.
-Nena, no llores, no pienses cosas tan precipitadamente. Piensa, si él fue sincero contigo es porque siente algo por ti, en verdad. Si no fuese así, te hubiese mentido, te hubiese dicho que él quiere todo contigo y hasta que consiguiese otra cosa, te deja, así de simple. Hay hombres cínicos, pero créeme que yo he visto algo en él que no he visto con otros chicos de ese tipo. Cuando viene por ti, te toma de la mano, te abraza, te abre la puerta, te mira a los ojos... ¿No lo has visto?
-Creí haber sentido lo mismo de él hacia mí, pero con lo que me dijo hoy, creo que todo lo que pensaba es totalmente erróneo.
 -Su lado frio puede decir lo que sea, pero, ¿Cómo es cuando están a solas?
-Es cariñoso, pero cuando se da cuenta de ello, cambia. Si me está abrazando me suelta, si me besa intenso, deja de besarme, si estamos comenzando a decir cursilerías, cambia de tema...
-¿Ves? ¡No todo está perdido María! Es TU decisión saber qué haces con la información que te dió, la aprovechas o lo dejas ir. Aunque si quieres intentarlo, ya sabes a lo que te atienes... vas a  correr un gran riesgo, pero podría valer la pena. ¿Lo tomas, o lo dejas?

No respondí. De cierta manera Karly tenía mucha razón. Quería atreverme a hacerlo cambiar de opinión, a hacerle ver que el amor si existe y que yo le podía mostrar ello. Pero, ¿Cómo lograr que se enamorara de mí? Tenía que encontrar alguna clave que me permitiera descubrir la clave para llegar a su corazón. Era mucho arriesgue, aún tenía toda una noche para pensar qué sería lo mejor para mí.

Al otro día desperté tarde porque la alarma de mi celular no había timbrado. Comencé a buscarlo desesperadamente y no lo encontré por ningún lado. Lo busqué por todo el departamento y no aparecía. De pronto recordé que con todo lo que había pasado la tarde anterior con Iker, me salí de su departamento lo más rápido que había podido y olvidé mi celular. Tenía que recuperarlo antes del medio día porque mis papás, quienes vivían en el extranjero, me llamarían esa tarde, y se preocuparían mucho si yo no contestaba. Tuve que olvidar mi miedo e ir rumbo a su casa.

Llegué al departamento de Iker y toqué el timbre pero nadie salió. Él comúnmente no salía en las mañanas, así que pensé que quizás estaría haciendo alguna tarea y estaba ocupado. Esperé fuera de la puerta cerca de media hora y nunca salió. Me acerqué para tocar en la puerta y me di cuenta de que estaba abierta. Me asusté, pensé que quizás le había pasado algo, así que decidí entrar a verificar que todo estuviera bien.

No escuche ruido alguno, así que entré a su recámara para ver si allí estaba, pero no, todo estaba en orden, la cama arreglada, nada fuera de su lugar. Entonces pensé que quizás por descuidado había dejado la puerta y no regresaría hasta la noche, así que, como me urgía mucho tener mi celular, decidí buscar en sus cosas para encontrarlo. Abrí el cajón de su escritorio y si, efectivamente allí estaba, sobre un papel que no supe por qué, pero me llamó mucho la atención. Parecía ser una lista. Comencé a leerlo, y lo que decía allí me dejó muy intrigada.

"-Alguien con quien poder cantar la canción que sea.
-Alguien con quien poder desvelarme mientras charlamos.
-Poder dormir juntos sin tener que tener sexo necesariamente.
-Alguien con quien compartir un chocolate caliente con una película en tiempos de frío.
-Alguien que me acaricie el cabello hasta quedar dormido.
-Alguien que cuando esté enfermo se preocupe por mí y esté a mi lado.
-Que me diga te quiero, cuántas veces lo sienta, sin hacerme sentir hostigado.
-Jugar a almohadazos.
-Reírnos como tontos.
-Con quien compartir un corazón y no sólo una cama."

De ponto escuché el ruido de la puerta y metí rápidamente el papel y el celular dentro del cajón. Él, al escuchar ruidos se asustó, pero yo salí de inmediato tratando de disimular el nerviosismo que tenía por haber revisado en sus cosas sin su permiso.

-Ah... ¡Hola Iker! Perdón por haber entrado, es que olvidé mi celular y me urge un poco. Como vi la puerta abierta pensé que aquí estabas y me tomé el atrevimiento de entrar, me acabo de asomar aquí a tu recámara pero no estabas y ya estaba a punto de salir cuando escuché la puerta.
-Oh, lo siento, tuve que ir a ayudarle a mi vecino a cambiar una llanta de su auto. En seguida te lo doy.-
Entró a su recámara y lo sacó de su cajón.
-¡Muchas gracias Iker! Me has salvado la vida... ahora tengo que irme.
-Por supuesto. Te llevaría pero no me he bañado y entro en una hora a la universidad.
-¡No te preocupes! Otro día será. Cuídate.

Salí corriendo de aquél departamento. Me sentí tan emocionada porque, al parecer, había encontrado la clave para poder lograr mi cometido. Esa lista estaba escrita con su letra, y era obvio que se trataba de lo que a él le gustaría compartir con alguien, y casualmente, muchas de las cosas que estaban allí esritas, ya las compartía conmigo. El papel no se veía reciente, ya se veía un poco maltratado, pero por alguna razón no estaba abajo de los demás papeles, sino debajo de mi celular, eso significaba que lo había visto recientemente. ¿Con qué objetivo? No lo sabía, ni me interesaba, yo estaba feliz porque al fin algo me daba señas de que no estaba todo perdido, de que su corazón aún tenía vida, y quizás yo podría echarlo a andar...

Continuará...















sábado, 26 de julio de 2014

Capitulo 8 "Palabras incómodas"

Tomó mi mano y la sujetó fuertemente. No era aquel chico fuerte y desdeñoso que había conocido tiempo atrás. No, ahora lo veía débil, cubierto de hematomas en el cuerpo; sujetado a tubos de los que estaba dependiendo su vida.

-Necesitaba verte María.- Pronunció con dificultad- Quisiera que tú supieras...
-No necesitas decirme nada- Interrumpí con voz suave.- Cuando mejores podemos platicar de lo que tú quieras.
-No, no sé si llegue a salir de aquí, por eso es que quiero hablar contigo. Quiero que sepas la verdadera razón por la que terminé contigo.

Guardé silencio. Yo siempre había pensado que conocía la verdad y no había más que entender, que saber, que reprochar. Las cosas para mí eran más que claras.
Liam y yo llevábamos una relación la cual yo pensaba que era estable y duradera. No salíamos mucho, realmente sólo nos veríamos fines de semana y hablábamos por teléfono toda la semana. Las veces en las que nos veíamos todo era maravilloso para mí, reíamos, platicábamos, éramos felices... o al menos eso era lo que yo sentía. Hasta que todo comenzó a cambiar. Dejó de llamarme como antes lo hacíamos, cuando nos veíamos era cortante y frío. En sus redes sociales comencé a ver que una chica de la cual nunca había escuchado hablar, publicaba cosas de tipo amistoso y algunas veces hasta romántico. Le llegué a preguntar un par de veces quién era ella; mi corazón me decía algo, que aún no entendía qué era.
Un día sin más, le pedí que habláramos acerca de que todo había cambiado para nosotros. Él me pidió que dejara de hablar. Que no quería saber nada, que todo estaba bien. Que no fuese paranoica, que lo nuestro estaba bien. Yo sabía que no era así, pero decidí creerle, no me quedaba más; era creer en él o dejar ir lo que más quería en la vida.
A los pocos días me llamó para pedirme que nos viéramos en un parque cercano a mi casa. Lo noté muy extraño y presentí lo que sucedería. Llegamos a aquel parque y nos sentamos, y fue ahí cuando comenzó mi pesadilla. Me dijo que él tenía que pensar en muchas cosas de su vida antes de poder continuar con una relación, que era mejor que nos diéramos un tiempo para poder aclarar su vida y después podríamos llegar a estar juntos. Me puso mil pretextos, tratando, según su discurso, de no lastimarme. Me rompió totalmente el corazón, nunca antes había sentido tanto dolor en la vida. Lloré como jamás lo había hecho, durante días, semanas, meses. Nadie a quien no le hayan roto el corazón antes, podría comprender el terrible dolor de perder al que tú creíste alguna vez "el amor de tu vida".
Pero no sería solamente el hecho de que él hubiese terminado la relación, al otro día de ello me esperaba un dolor aún más duro. Salí por la tarde a caminar para tratar de distraerme, cuando a lo lejos pude observar que estaba Liam estaba comprando algunas cosas acompañado de otra persona. Me acerqué un poco más y lo vi con ella, con la misma chica de la que yo había tenido un presentimiento. Observé detenidamente cuando algo paralizó mi alma: Los vi besándose. Hablé con una amiga en común de los dos para saber si ella sabía algo, y si, efectivamente. Ellos eran novios desde hacía un mes.
Después de ello no pregunté nada más. No lo necesitaba. Me alejé y él supo por qué lo hice. Así pensé que había terminado todo, hasta el día en el que volvimos a hablar.

-Seguramente me habrás odiado con todas tus fuerzas cuando supiste de mi relación con Stephanie.- Prosiguió- Seguramente pensaste que soy un desalmado, mentiroso, poco hombre. ¿No es así?
-Por favor, continuemos esto cuando estés bien.- Respondí.
-No María, necesito que sepas esto. Nunca jugué contigo, yo te amo y tú lo sabes. Lo que nunca supiste es que yo hace algún tiempo le pedí dinero al hermano de Stephanie para terminar de pagar el automóvil que me habían comprado mis padres, pero cuyo dinero mal gasté y cuando tenía que pagar el auto ya no tenía nada. Él me prestó una fuerte cantidad de dinero para poder pagarlo. Pero con el paso del tiempo me fui olvidando de la deuda con él hasta que un día llegó a amenazarme diciéndome que si no le pagaba te haría daño a ti o a mis papás. Me asusté mucho y traté de conseguir el dinero pero no pude. Después el me prometió que dejaría mi deuda a la mitad si yo salía con su hermana, porque ella estaba pasando por un momento muy difícil y además yo le gustaba. Yo le dije que salía contigo y él me dijo que decidiera lo que más me convenía y, por ti y por mi familia, preferí eso.
Esperé a que el desistiera de su amenaza pero no fue así, fue cuando decidí terminar definitivamente contigo. Poco a poco me encariñé con ella y las cosas han ido mejorando con el tiempo, pero yo no te olvido, yo te amo a ti...

Lo miré fijamente. Después de tanto no podía creer en sus palabras, pero me negaba a creer que aún estando tan grave y quizás a punto de morir pudiese mentir. Lo miré fijamente a los ojos sin decir una palabra, sentía tanto por él, pero no sabía qué, no sabía cuánto ni por qué.
De pronto comenzó a toser y los médicos entraron. Solamente apretó fuerte mi mano y me retiraron del cuarto. Salí de allí con la mirada perdida, con un dejo de desolación. Me senté en la sala de espera, aguardando por noticias de él. No salí de aquel hospital hasta que nos dijeron que estaba estable.

Caminé hasta mi departamento  y en ningún momento del camino dejé de pensar en él y en todas aquellas palabras. Me sentía triste, pero también me sentí confundida, no sabía qué pensar respecto a todo aquello. Me senté sobre la cama y al poco rato sonó mi celular. Era Iker para invitarme a salir esa noche.

-¿Sabes, Iker? Hoy me siento un poco triste y la verdad es que no tengo muchas ganas de salir. ¿Podemos salir otro día?
-Mira quizás no sea el mejor consejero pero podría ayudarte, ¿si? podemos platicar de mi viaje y tú me puedes contar qué tal te ha ido, no me lo niegues, ¿Si?
-Está bien, ¿Pasas por mí a las 8?

Me había convencido. Pero, a pesar de todo lo que él causaba en mí, esa revolución en todo mi ser, no podía sacar de mi mente todo lo dicho por Liam. Intenté olvidar un poco todo aquello y volver a perderme en aquella sonrisa hermosa que me había vuelto el alma al cuerpo.
Esa noche fue por mi al departamento, fuimos a tomar un café, platicamos reímos. Todo era fantástico estando a su lado, no había nada que pudiese arruinar el momento cuando estaba con él.

Las salidas se fueron haciendo más continuas, al grado de que nos veíamos casi todos los días. Íbamos al cine, a tomar café o pasábamos la noche en su departamento, y yo dormía allí. No pasaba absolutamente nada más allá de muchos besos y abrazos. Aunque para otros, eso pudiese significar "indecencia" Para nosotros era solamente otra forma de transformar el tiempo. Prometí no precipitarme, ya que en mi vida existía un defecto: Cuando me hacía ilusiones con algo o alguien, y comenzaba a tomarlo en serio, aquello se alejaba totalmente. Así que ésta vez quería hacerlo diferente, hasta que mis sentimientos superaron a mi razón.

Estábamos en la sala de su departamento, cuando de pronto nos quedamos en silencio y decidí romper el hielo con lo peor que se me pudo haber ocurrido en ese momento.

-Me gustas.- Sonreí.
-¿De verdad? Mira que soy muy distraído...
-Si, en verdad, tú me gustas.
-Me halagas, muchas gracias.

Ambos guardamos silencio, ese silencio incómodo que a nadie le gusta. Por un momento pensé que él respondería al menos un "A mi también me gustas", pero no, no fue así. Pasaban los segundos y aquella respuesta tan esperada nunca llegó, lo que me hizo sentir mal y pensar que fue un error haberlo mencionado. Quizás era tonto a esas alturas avergonzarme de haberle confesado tal cosa, después de tantas salidas y tantos acercamientos, era más que obvio que era así, pero yo quería escuchar qué era lo que él pensaba, y esa respuesta nunca llegó. ¡Oh desilusión!

-Y... ¿Qué es lo que te gusta de mi?- Rompió el silencio.
-Tu sonrisa, tus ojos, tu forma de pensar, de ver la vida...-Respondí.
-A mi me gusta tu mirada, tu voz, tu rostro, lo linda que eres. Eres una excelente persona, en verdad María.

Por fin había mencionado algo sobre mí, pero había sido muy frío. Como si lo hubiese hecho sin quererlo, aunque sus palabras sonaran sinceras, parecía que era algo que prefería guardar para él, sin que yo tuviese que saberlo. Decidí cambiar de tema y continuamos platicando de otras cosas. Al siguiente día les platiqué lo que había sucedido a Lilah y Leah. Lilah como siempre, se puso en contra de él y me pidió que pensara bien mi relación con él.

-¿No te das cuenta? A él no le gustas. Está tratando de ganar tu confianza para que cuando menos te lo esperes, pueda acostarse contigo para después dejarte botada. ¿De verdad estás muy ciega?
-Comienzo a pensar que Leah tiene razón.- Replicó Lilah.- ¿Cómo es que en todo éste tiempo él no te ha pedido que sean novios o que tengan una relación formal? Ya ha pasado un mes y eso entre ustedes aún no se define. Él sólo te lleva a su casa, de repente salen, pero... ¿Le has preguntado qué es exactamente lo que quiere contigo?

Y era cierto. A mí aún no me quedaba muy claro para donde iba todo aquello.Parecíamos novios pero no lo eramos. Salíamos a la calle tomados de la mano, me abrazaba, me besaba, pero eso sí, nunca me decía cosas cursis, todo era hermoso, pero frío, sin amor. Pero yo comprendía lo que ellas, al no conocerlo, no lo hacían; él era un alma libre, le gustaba su libertad, pero yo esperaba que quisiera terminar conmigo aquella racha de soledad.

Esa noche llegamos a su casa. Entramos a su recámara a ver una película, cuando de pronto comenzó a besarme apasionadamente, me acarició la espalda y poco a poco iba bajando las manos hasta mi cadera. Lo detuve rápidamente y me senté de inmediato.

-¡Tranquila! Yo no voy a hacerte nunca algo que tú no quieras.
-Y si, efectivamente yo no quiero esto, así, simplemente por hacerlo. Creo que antes de ello tú y yo tendríamos que tener una relación formal, antes no.
-¿Y sabes cuántos chicos les tienen una "novia" solamente para tener sexo con ellas?
-Puede ser, pero yo preferiría que fuese solamente así.
- Pues escúchame, no siempre alguien que tenga algo formal contigo te va a querer y respetar como lo prometió.

Guardamos silencio. Me sentí incómoda y recordé las palabras de Leah que tantas veces había tratado de convencerme de que él realmente nunca había querido algo serio conmigo. Así que decidí que era hora de saberlo.

-Iker, ¿Qué es lo que en realidad quieres conmigo?

Contiinuará...





















martes, 15 de julio de 2014

Capitulo 7 "Mágico encuentro"

Me miró con la misma expresión de sorpresa que yo. Me quedé helada, sin dar un paso, sin saber qué decir. Me negué a creerlo así que intenté creer que nada era como yo pensaba.

-¿Vienes a buscar a alguien? Creo que te equivocaste de timbre...
-Creo que si. Vine a buscar a una chica con la que estuve el viernes, le prometí venir a verla y me dio tu número de timbre, creo que se equivocó.

No había errores. Él era la persona a la que yo había estado esperando con tanta ansiedad, con tanta ilusión. Podría haberle dicho que estaba equivocado de timbre y hacerlo esperar hasta que se desilusionara y no la volviera a buscar jamás, pero mi corazón me dictaba que no lo hiciera, que si quería, debía terminar todo en ese momento.

-¿Tú? ¿Tú eres el chico con el que estuve toda la noche del viernes?- Dije molesta.
-Pues... me temo que si. ¿En verdad eres tú la chica misteriosa.
-¿Quieres que te enseñe mi antifaz? No te preocupes. Yo también desearía que todo esto fuese un error, pero no es así y creo que debemos dejarlo por la paz, ¿No crees?
-Como quieras, si no quieres que salgamos pues no salimos, no hay problema.
-Simplemente no puedo creer esto, ¿Cómo es posible?
-Ya, tranquila. Me voy. Suerte.

Se dio media vuelta y se dirigió a su auto. Sentí ganas enormes de decirle que no se fuera. Era un poco ilógico; Por un lado detestaba la idea de que el chico que había causado tanto en mí fuese precisamente ese patán, pero por otro, no deseaba dejar ir así algo que a ciegas, había causado tanto entre los dos.

-Iker, espera.- Dije con voz fuerte.
-¿Si?
-Disculpa, es que la verdad la última vez que salimos no te portaste muy bien conmigo... y bueno, el viernes sin saber quienes eramos la pasamos bien, quizá si lo intentamos esta vez pueda salir algo bueno, ¿No crees?
-Yo diría que si, ¿Quieres?
-Si, vamos.

Subí a su auto y esta vez si me abrió la puerta del coche. Subió y nos quedamos en silencio por unos segundos. El momento parecía tenso hasta que él, con su voz relajada, su sonrisa coqueta y sincera, dijo la primera frase.

-Y, ¿Bien? ¿A dónde vamos?
-Pues, creo que es un poco tarde, éste día y a esta hora todo está a punto de cerrar. ¿Podemos dar un paseo en tu auto?
-¿Está bien si vamos al centro?-Preguntó convencido.
-Si, está bien.

El clima fue cambiando entre nosotros. La conversación comenzó a fluir naturalmente como dos personas que se conocen por primera vez. Su forma de ser conmigo había cambiado radicalmente; ahora era amable, sencillo, risueño y amistoso. Comenzamos por conocer datos sencillos de ambos, edad, de dónde eramos, qué estudiábamos, qué nos gustaba, etc. Comencé a notar que, además de la química que había surgido en la fiesta, también empezaba a surgir lo mismo al conversar.
A diferencia de otras primeras citas, ésta vez sentía que ya había conversado antes con él, y no temí a mostrarme como realmente era. Le hablé con total honestidad acerca de mis gustos, de mis opiniones y él escuchaba, sin juzgar... era la persona más relajada y desenfadada que había conocido.

-Qué curioso fue habernos conocido sin vernos, ¿No?- Rió.
-Si, muy curioso. Sobre todo después de la primera vez que nos tratamos, ese día a penas nos dirigimos algunas palabras y el viernes todo fue muy diferente, y sin vernos.
-Si, Lilah nos hizo una pequeña broma. Ella me dijo que una amiga suya me había invitado a su fiesta, y que ella sólo pasó el recado. Ahora me doy cuenta de que aquello no fue cierto.

Dimos muchas vueltas por diferentes colonias hasta que se cansó. Efectivamente ya todos los lugares estaban cerrados y no quedaba más que quedarnos a platicar en el auto, en donde hacía mucho frío y estaba realmente incómodo.

-¿Qué te parece si ahora si vamos a mi casa a tomar algo? O, ¿No confías en mí?- Preguntó curioso, con su típica sonrisa.
-La confianza es algo que se gana con el tiempo, con las acciones y... bueno, ésta es la primera vez que salimos.
-Es es muy cierto- Rió- Pero, mírame a los ojos... ¿Qué te dicen? ¿Te podría hacer algo malo? Si pudieses confiar en mi palabra sabrías que yo no sería capaz de hacerte nada que tú no aceptaras.

Pensé en aquella propuesta y así lo hice, lo miré a los ojos. Esos ojos color marrón y esa cara de inocencia me decían que debía confiar en él. No lo conocía, cierto, sólo tenía referencias de él como el primo del novio de mi mejor amiga, pero nada más. Sin embargo, nunca tuve miedo, y decidí aceptar su invitación, así que nos dirigimos a su casa, mientras seguimos conversando felizmente.

Llegamos a su casa y nos sentamos en la sala. Me ofreció una copa de vino y acepté. Se sentó junto a mi y ofreció un brindis por habernos conocido. En ese momento supe que era el chico más encantador que había conocido. El calor del vino me hizo perder el miedo y atreverme a preguntar cosas que seguían intrigandome.

-Tengo una duda... ¿Por qué te comportaste tan mal conmigo el día que nos conocimos?
-No es que me haya portado mal o, al menos yo no lo vi así. Lo que pasa es que soy un poco distraído y a veces me olvido de que todas las chicas que conozco no son iguales. No me gusta ser atento con todas porque después piensan mal y no me gusta eso.
-¿O sea que pensabas que si me tratabas bien me iba a emocionar contigo?
-Efectivamente...
-¡Vaya! No joven, no es así. Yo no soy de las chicas que se rindan ante un chico a primera vista, no. Pero me hubieras agradado como amigo si hubieses sido amable y un poco caballeroso.
-Lo siento, te pido disculpas por ello. Y bueno, ahora que conozco tus besos, me encantaría poder conocerte a ti un poco más.
-¿Y qué te parecieron mis besos?- Pregunté sin temor.
-Excelentes, y mira que he probado bastantes...

Me tomó de la cintura y comenzó a besarme como la noche del viernes. Era mágico. No era de esas veces que te besas con alguien que a penas conoces y ya, no, esto era algo especial. Sentí que lo había conocido siglos antes, que era como yo pero en una versión masculina, perversa y relajada. Sus manos eran suaves, tersas, quizás hasta más que las mías. Sus labios claros, suaves, su rostro fino, blanco, terso, sus ojos tiernos, cafés, en los que me perdía. Dientes blancos, perfectos. Sonrisa ideal. Sabía que lo conocía desde hacía mucho, porque desde niña yo había soñado con alguien como él. Y esa noche no era un sueño, el hombre de mi vida estaba frente a mi, besándome, y no quería ni podía despertar.

-Ya es muy tarde, debo regresar a casar.
-¿Segura que quieres irte? Puedes quedarte aquí...
-No, muchas gracias, debo regresar a casa.
-Está bien, vamos al auto, te llevaré.

Subimos a su automóvil y trató de encenderlo pero no pudo. Pensé que era algo planeado por él para que no me fuera, pero realmente hizo el intento por encenderlo y no pudo. Podía haberme regresado en taxi, pero él me prometió que al otro día me dejaría en mi casa temprano, en cuánto pudiese encontrar a alguien que lo reparara. Subimos de nuevo y tiernamente me ofreció su cama.

-Mi cama es muy cómoda y suave, ahí dormirás bien.
-Y... ¿Tú?- Pregunté extrañada.
-Ah... pues yo también dormiré allí. O, ¿Qué no puedo?
-No creo que sea lo ideal. Yo creo que mejor debo regresar a casa para no incomodarte.- Respondí asustada.
-No es cierto. -Rió burlonamente- Claro que no. Tú dormirás en mi cama y yo en el sillón, ¿Está bien?
-Eres muy bromista... -Lo miré duramente- Muchas gracias.

Lo miré mientras acomodaba su cama para que yo durmiera en ella. Era muy detallista y cuidadoso, a diferencia de todos los demás hombres. Tenía todo muy bien ordenado y limpio. Acomodó la cama de una forma tan cariñosa y tierna que no podía creer que "el súper modelo" pudiera mover una mano para hacer esa clase de cosas. Me desengañé.

-Listo. Hace mucho frío puse más cobijas a la cama para que no te enfríes. Espero duermas cómoda y cualquier cosa que necesites puedes despertarme y pedírmela. Descansa.

Cerró la puerta de la habitación y procedí a acomodarme. Nunca antes había dormido tan feliz en una cama que no fuese la mía, pero ese día a ese lugar lo sentí propio, nunca desconocido. Estaba a punto de dormirme, cuando sentí que entró a la habitación. Yo estaba un poco destapada de la espalda y él pensó que yo ya estaba durmiendo. Me cubrió suavemente y apagó la lámpara. Sonreí y me dormí más que feliz por ese gesto, y por todos los demás que había tenido ese día conmigo.

Al otro día escuché que muy temprano hablaba por teléfono con el mecánico y ahí confirmé que realmente él no había planeado nada del auto. Me arreglé rápidamente lo mejor que pude, pero aún así no pude ocultar mis ojeras y ojos cansados. Subimos al auto y me dijo que el mecánico le había dicho qué hacer con el auto y así pudo arreglarlo. Cuando llegamos a mi casa bajamos y nos despedimos.

-Muchas gracias, me gustó la cita. -Sonreí tímidamente.
-Espero que se repita pronto. ¿Me das tu número de teléfono?
-Claro- dije mientras lo anotaba en su celular- yo también espero verte pronto.
-Creo que tendrá que ser hasta este fin de semana porque toda la semana saldré de viaje de estudios. Tengo una investigación que hacer. ¿Está bien?
-Si, claro, yo espero. Gracias por todo.- Dije dándole un beso en la mejilla.
-Cuídate.

Subió al auto con su forma varonil tan peculiar. Me encantaba, eso era claro. Y no era el físico, porque el primer día que lo vi me desagradó totalmente por su forma de ser. Pero, este lado que me había mostrado, el cual era en demasía diferente, era lo que había terminado por flecharme. Aún no entendía por qué alguien como él, tan guapo, tan atractivo, tan buen hombre, se podría haber fijado en alguien como yo; simple, normal, como tantas y tantas mujeres, o al menos eso pensaba de mí misma. Quizás no me valoraba lo suficiente, quizás podría tener algo especial que a él le haya agradado de mí. Pero aún así decidí no hacerme ilusiones, y menos después de lo que me dirían días después.

Llegué al colegio y les platiqué a Leah y Lilah sobre lo que había sucedido esa noche. Ambas estuvieron de acuerdo en que no debí de haberme quedado en su casa, pero la que parecía más en contra de ello era Leah, era como si supiese algo de él que no se atrevía a decirme.

-¿Por qué crees que te llevó a su casa? ¡Porque quiere acostarse contigo! Eso, y nada más.- Dijo Leah, molesta.
-Pues no creo que sea así, bueno, eso es lo que yo pienso... yo creo que debemos dejárselo al tiempo.- dijo tratando de animarme Lilah.
-Yo no creo eso. Si sólo fuese eso, pues me hubiera corrido de su departamento en cuánto yo no hubiese aceptado.
-¡Qué tonta eres! Ya verás que yo tengo la razón.

Lilah y yo nos miramos incrédulas. Por alguna razón Leah estaba muy molesta por lo que había sucedido, pero pensé que quizás era porque realmente se preocupaba por mí. No lo sabría hasta algún tiempo después.
Sólo me quedaba esperar a que pasara el tiempo y saber qué era lo que iba a suceder con Iker. Tenía miedo de que aquel sueño hermoso se terminara como siempre, como ya estaba acostumbrada a que sucediera. Siempre que algo bueno llegaba a mi vida, se terminaba de pronto, cuando menos lo esperaba. Pero ésta vez realmente deseaba que el se quedara, al menos algún tiempo, al menos para siempre.

Una noche comenzó a sonar mi celular, de nuevo era un número desconocido. Contesté y al principió no reconocí la voz de la persona que hablaba, hasta que con el paso de la conversación, supe que se trataba de la mamá de Liam.

-María necesito que vengas al hospital, Liam está muy mal y necesita verte, él me pidió que te llamara. ¿Podrías venir?

Aquella noticia me aterró. Colgué el teléfono sin saber qué hacer, pero solamente tenía una opción: tenía que ir. Llegué al hospital y me permitieron entrar al cuarto en donde estaba. Casi no lo reconocí. Había tenido un accidente en su auto y estaba verdaderamente mal. Sentí tristeza, temor. No quería que muriera. Tomé su mano y en ese momento sucedió algo que jamás pensé presenciar...

Continuará...















lunes, 14 de julio de 2014

Capitulo 6 "Una noche inolvidable"

Estuvimos bailando por unos momentos. Era feliz, no sabía como era su rostro, cuál era su nombre, como era su voz, pero yo sentía magia al estar junto a él, me sentía feliz, con muchas ganas de que aquel momento no terminara jamás. De pronto llegó Lilah con Leah quien seguía muy mal por todo el alcohol que había tomado esa noche.

-¿Ya lo besaste?- Preguntó Leah en voz baja acercándose a mí.
-No... ¡No lo haré! No sé quien es.
-¡Eso no importa! Tienes que aprovechar esta noche o no podrá volver a suceder. Mira, Leah ya está platicando con él y en su estado no dudo que aproveche más que tú.

Volteé y vi que efectivamente Leah había comenzado a bailar con él y ambos estaban muy risueños. Sentí la necesidad de proteger aquello que era mío, mi magia, así que decidí que nadie robara aquello que estaba sintiendo y decidí aceptar.

-Está bien, haré lo que me dices, confiaré en ti ¿eh?
-Te prometo que no te arrepentirás -Dijo de forma sospechosa.
-Pero... Leah está muy a gusto con él, me veré extraña llegando a interrumpirlos.
-No importa, ve, yo ahorita llevo a Leah con otro chico.-Dijo mientras me empujaba hacia donde estaban.

Llegué con aquel chico extraño y le sonreí tímidamente. No sabía si podría identificarme por medio de mi sonrisa. Quizás no me conocía, quizás era alguien a quien detestaba o amaba, no lo sabía; estaba excelentemente disfrazado y la voz la cambiaba de forma fantástica.

-¿Qué tanto planeabas con Lilah? ¿eh?-Preguntó riendo.
-Nada...-Sonreí nerviosa.
-Yo sé que si, ¿Quieres besarme?
-Claro que no, ¿de qué hablas?- Pregunté sorprendida
-Lo escuché hasta aquí, pero, por mí no hay problema...
-Basta con eso, mejor sigamos bailando.

Seguimos bailando y la química seguía fluyendo entre los dos. Había algo, algo que no había sentido desde hacía mucho. Algo que hacía que no me preocupara en el físico de la persona con quien estaba, ni quien era... nada, nada absolutamente. Me gustaba tomarlo de sus manos, bailar con él, estar con él.

De pronto, sin decir nada más, se acercó a mí y sin decir más, aquel lugar se convirtió en un sitio sólo para los dos, las luces azules, verdes, rosas, sólo nos iluminaban a nosotros, la música era de nosotros, solamente de nosotros. Me tomó de la cintura y se fue acercando lentamente a mi rostro hasta que sus labios estaban separados por algunos milímetros. De un momento a otro me besó, me besó tan tierna y a la vez, tan apasionadamente, que para mí, era el mejor beso que alguien me había dado. Mi corazón comenzó a latir desaforado, creí que me daría un paro cardíaco, que me desmayaría. Mis piernas comenzaron a temblar, y las manos me sudaban increíblemente. Nunca me había pasado algo así.

Nos soltamos y todo cambió radicalmente. Seguimos bailando, pero a los pocos minutos seguimos besándonos. Dieron la una de la madrugada, después las dos, y nosotros no cambiábamos de plan: Besarnos, bailar y sonreír.  Hasta que aquél cuento se terminó. Llegó Leah con Lilah a decirnos que nos teníamos que ir porque Leah se sentía peor. Tuvimos que acceder y pedir un taxi que nos llevase a casa. Leah se quedaría a dormir en casa de Lilah así que primero pasamos a su casa. Bajé a recoger las cosas que había dejado allí, mientras aquel chico se quedaba esperando en el taxi para acompañarme a mi casa.

-Será mejor que te quedes con nosotras María. No confío en que...- Pausó dudosa-En que ese tipo en realidad vaya a dejarte a tu casa.
-No te preocupes, llegaré bien, algo me dice que debo de confiar en él.
-Si Leah, no exageres. Ya váyanse, no se vaya a hacer más tarde. Cuídense. -Dijo Lilah muy segura de ella.

Subí al taxi y nos dirigimos hacia mi casa. En el camino hablamos poco. Yo tenía miedo de decir alguna palabra y que él, con la claridad del silencio del coche, pudiese conocer mi voz si es que alguna vez la había escuchado antes. Supuse que él también temía lo mismo. Hasta que se animó a preguntarme algo que me sorprendió un poco.

-¿Qué te parece si mejor vamos a mi casa, nos quitamos estos disfraces ridículos, hablamos con nuestra voz real y de una vez por todas sabemos quienes somos?
-No creo que eso deba ser esta noche. Pienso que deberíamos quedarnos con la duda, al menos sólo por este día.
-O quizás podemos seguir platicando con esta voz ridícula, pero ya en casa, con una copa de vino y música, ¿Qué te parece?- Insistió.
-Mañana tengo muchas cosas qué hacer muy temprano. Pero quizá otro día... hoy no.
-Está bien, ¿Te parece si nos vemos el lunes? Te diría que mañana, pero tengo que salir de viaje y regreso hasta el domingo. ¿A las 7?
-Si, estoy de acuerdo, a las 7 a fuera de mi casa, ahorita vas a ver en donde es.

Llegamos a mi casa y bajó conmigo. Deseé que nunca se terminara ese momento. Estaba frente a mí y ocurría en mí un temblor involuntario. Era tan extraño sentir eso con alguien a quien yo creía jamás haber visto, porque nunca había sentido eso con nadie más. Desgraciadamente esa noche se terminaba, pero esperaba que ese fin fuera el comienzo de algo inolvidable. No sabía lo que me esperaba más adelante.

-¿Segura que no quieres venir a mi casa?
-Segura. Es muy tarde, creo que debemos conocernos en otra ocasión.
-Está bien. Cuídate mucho ¿Si? Nos vemos el lunes.
-Por supuesto, el lunes nos vemos. -Sonreí y me acerqué para darle un beso en la mejilla, pero el me sorprendió dándome un beso en los labios, cerrando así una noche inolvidable.

Subió al taxi, le sonreí y le dije adiós con la mano. Cerré el portón y el taxi no se alejó hasta que subí por la escalera para mi recámara. En cuánto llegué a la puerta, me senté en el suelo y suspiré. Sentía una felicidad enorme, una emoción de adolescente enamorada, con la ilusión de una noche hermosa, inolvidable, mágica... simplemente mágica.
Esa noche dormí con una sonrisa en los labios, con el corazón hermosamente feliz. No sabía quién había sido aquel chico, sólo sabía que esperaría con ansias el lunes para por fin conocer el rostro de aquella persona que había movido mi mundo, mi corazón.

Al otro día comí con Leah, Lilah y Alexia para contarnos lo que había sucedido la noche anterior.

-No volveremos a vernos. Hoy en la mañana nos vimos y no nos gustamos el uno al otro. Nos la pasamos muy bien él y yo anoche pero nada más. Espero que eso no te pase a ti María.- Dijo Alexia sobre el chico con el que había bailado en la fiesta.
-Pues... yo no sé.- Respondí tratando de disimular mi miedo.
-No creo que eso suceda, ya tienen una cita con fecha y hora. Así que yo creo que todo va a ser genial.- Dijo Lilah con ánimo.
-¿Por qué no le dices de una vez quién es él, Lilah? Yo creo que antes de que María se emocione y se cree falsas esperanzas, debería saber quién es el tipo.- Exclamó Leah en forma pesimista.
-¿Por qué dices eso Leah? - Pregunté extrañada.
-No te preocupes, no sabe lo que dice, yo si y sé que no te vas a decepcionar. -Afirmó Lilah.

Me quedé pensando seriamente en lo que había dicho Leah. ¿Por qué tendría que decepcionarme? Me tendría que quedar con la duda hasta el lunes y para ello faltaba un poco más de un día. Sentí que no podía dormir de la duda, emoción... ya no sabía qué era lo que sentía. Sólo deseaba que llegara el día y la hora para poder conocer a la persona que me había cambiado la vida.

Por fin llegó el día. Me arreglé como nunca esperando la hora a la que llegaría. El día que fue a dejarme le dije cual era el número de timbre al que tendría que tocar cuando llegara. Pasó media hora después de la hora en la que teníamos la cita y él no llegaba. Perdí las esperanzas y me acosté sobre la cama a ver televisión, ya sin importarme que me despeinase con la almohada. De pronto, cuando estaba a punto de quedarme dormida, sonó el timbre del departamento. Sentí que mi corazón se salía del pecho. Me senté sobre la cama y me dispuse a bajar cautelosamente. Bajé las escaleras y cuando di la vuelta hacia el portón vi que ahí estaba un chico, recargado sobre un automóvil. Tenía una chamarra negra, y estaba dando la espalda. Las piernas me temblaban cada vez más con cada paso que daba. Él escuchó los pasos pero no volteó. Abrí la puerta y salí temerosamente.

-Hola...- Dije tímidamente.

Volteó y al fin pude ver su rostro...

Continuará...





















lunes, 7 de julio de 2014

Capitulo 5 "Promesa de una noche"

-Vine a verte, eso es claro, necesito hablar contigo.
-¿Hablar de qué? Todo lo que tenías que decirme lo dijiste ayer... mejor vete porque tu novia puede enojarse.
-No estamos hablando de ella, no la metamos en esto.
-Por supuesto que si tenemos que meterla, porque ella es la gran causa por la que nosotros no estamos juntos, así de sencillo. Así que no vengas a buscarme mientras todo siga siendo así, vete por favor. -Dije mientras me daba la vuelta para irme.
-Vine a pedirte que me des otra oportunidad...
-¿La dejarás?- Pregunté sorprendida.
-No puedo...
-Entonces no hay ninguna otra oportunidad, adiós.-interrumpí.
-¡Espera! Quiero que me des una oportunidad para saber si esto tiene futuro, si valdrá la pena romperle el corazón a alguien para estar con quien realmente yo amo... tú...
-Y además de todo, quieres ponerme a "prueba" ¡qué patético eres!
-¿Me amas?
-Sabes que si, y precisamente por ello es que te aprovechas y quieres jugar con dos personas. Cuando estábamos juntos no te importó romperme el corazón a mí para irte tras ella...
-Fui un verdadero tonto... pero mira, sólo necesito tiempo, poco tiempo para poder dejarla y continuar con mi vida, junto a ti. ¿Me esperarás?
-No sé... ha sido tanto tiempo que me he acostumbrado a tu ausencia. He llorando tantas lágrimas por ti que al menos esperaría que valiera la pena...- sonreí sarcásticamente- Es difícil prometerte algo así, porque no sé si podré hacerlo.
-Dame una oportunidad, ¿Si? te prometo que ésta vez todo será diferente.

Dicen que el amor lo vale todo. Que el amor todo espera, todo lo puede. Pero a veces llego a dudarlo. No que el amor lo pueda todo, sino que lo que sentía por él fuese real. A veces creía que todo aquello no era más que una obsesión, una costumbre; una costumbre al sufrimiento, al estar con alguien que realmente no me merecía. Pero tenía que intentarlo, tenía que saber si realmente era capaz de aceptar tal humillación para saber si realmente era amor.

-Está bien, acepto. Pero no nos veremos hasta el día en el que tú hayas terminado tu relación. Mientras tanto sólo hablaremos por chat y mensajes de celular, ¿Está bien?
-Te prometo que valdrá la pena, lo prometo.-Dijo mientras me abrazaba.
-Ahora vete porque es muy tarde y necesito dormir.
-Si, ya me voy, pero antes necesito darte algo...

En ese momento se acercó a mí de forma inesperada y me dio un beso en la boca. Sentí un escalofrío que hacía mucho no sentía y se fue, diciéndome "te amo" mientras se alejaba.
Entré a mi recámara y ahí fue donde desaté todo lo que sentía en ese momento. Mi corazón latía fuerte y mis piernas temblaban terriblemente. Carly se dio cuenta de ello y le conté todo lo sucedido.

-Pero... ¿Qué? ¿Aceptaste ser su amante?-Preguntó indignada.
-No, nunca. Lo único que acepté es darle la oportunidad de acercarse a mí, demostrarme que podemos volver a estar juntos, y a darle tiempo para que termine con su novia.
-Estás mal. Deberías de terminar con eso ahora mismo. Eso no te llevará a nada bueno y tú lo sabes.
-Déjame intentarlo, si no lo hago me quedaré con la duda toda la vida de qué hubiera pasado si aceptaba. Prefiero fracasar en el intento, nada pierdo.
-Bueno, después no quiero que interrumpas mi sueño porque ya te hizo llorar.
-No, no será así. -Sonreí mientras me acomodaba en la cama.

Por alguna razón dormí contenta. El momento que siempre había deseado que llegara, llegó. Alguna vez tuve un sueño en el que el llegaba, me buscaba y me pedía que volviera con él. Ésto era parecido, se acercaba a ese sueño con el que yo había sido tan feliz, pero no era lo mismo. Aún así, era mejor intentarlo, fracasar en el intento y no quedarme con la duda.

Pasaron los días y todos y cada uno de ellos recibía mensajes de Liam. Platicábamos como buenos amigos hasta que a alguno de los dos le salía un "te amo". Yo me sentía incómoda al decirlo por la relación que él tenía, así que trataba de evitar decirlo, pero a veces el corazón es más fuerte que la razón y los sentimientos me vencían. De alguna manera me sentía contenta, pero no totalmente satisfecha, nunca se puede estar satisfecho cuando sólo tienes algo a medias, o al menos yo no podía sentirlo así.

A las pocas semanas llegué al colegio como de costumbre, me senté en mi lugar y al poco tiempo llegó Lilah, quien ya tenía otra amiga a la que llevaba para todos lados y todo el tiempo estaban juntas, debido a que yo me había alejado de ella. Pero ese día sorprendentemente, llegó como siempre a invitarme a un evento que habría en la universidad.

-¡María! Tienes que acompañarme este viernes a una fiesta de disfraces. Lo interesante de todo va a ser que, ¡tenemos que disfrazarnos totalmente! ¡Vernos irreconocibles! Es una de las reglas: No decir nuestro nombre. Así podemos hablar, bailar, besar a quien queramos sin que nos reconozca.
-¿Y qué chiste tendría si nosotras tampoco los reconocemos?
-Pues que pierden. Hay quienes no saben disfrazarse y son fáciles de reconocer. ¿Andale si? ¿Vamos?

Lilah tenía un serio poder de convencimiento. Pero por primera vez  en mucho tiempo tenía ganas de ir a una fiesta,  así que accedí. Si, era tonto acceder a una invitación suya, sobre todo después de lo que había pasado la última vez, pero al menos en esta tenía la tranquilidad de que no iría su novio ni Iker porque era un evento en donde sólo podíamos asistir los alumnos de la universidad, así que al menos esta vez no quedaría abandonada por ella.

Llegó el día de la fiesta. Llegué a casa de Lilah a arreglarme, como casi siempre. Ella estaba acompañada por su nueva amiga, Leah, quien hasta ese momento me caía muy bien y por Alexia, quien ya no me caía mal después de la última vez que me ayudó.

-¿Qué? ¿Así irás? Te vez muy reconocible. No, no, no... yo te transformaré. -Aseguró Lilah.

Y si, me transformó en algo espantoso. Me puso un vestido tétrico, me maquilló totalmente, me puso un antifaz y una peluca de color rosa. Pero bueno, al menos nadie me reconocería. Llegamos al lugar de la fiesta y comenzamos a buscar una mesa pero el lugar estaba lleno. No podíamos buscar a algún amigo para sentarnos con él por que... ¡No reconocíamos a nadie! Al menos la música era muy buena, y el ambiente de la fiesta estaba excelente, estaba muy animada, quizá, porque presentía que algo vendría para mí.
Al fin encontramos una mesa y comenzamos a bailar. De pronto tocó una canción que me recordó a Liam, y me senté.

-¿Qué pasa? Te acordaste de Liam, ¿Verdad?
-Si... sabes que esa canción me pone muy sensible- Respondí cabizbaja.
-No te preocupes, yo tengo la solución.-Dijo sonriendo malvadamente- Alexia, ¿Quieres acompañarme un momento al baño?
-Claro, vamos... -Dijo Alexia sin entender lo que sucedía.
-¿Qué pasa? ¿A donde fueron? Preguntó
-No tengo idea...

Me quedé intrigada con esa acción de Lilah. Quizás el poco alcohol que habíamos bebido esa noche si le había afectado y ahora sería capaz de todo. Alexia y ella tardaron mucho en volver y Leah y yo ya queríamos irnos, ya estábamos aburridas, tanto que ella comenzó a beber sin parar y cuando regresaron las otras chicas, ella ya estaba semi-inconsciente.

-¡Vaya! ¡Al fin llegan! Yo ya no sé qué hacer con Leah, creo que tendremos que llevarla a su casa.
-¡No! Tú no te mueves de aquí. Esperen, voy a llevarla al baño a echarle agua fria  y a que tome  un café, no tardamos.
-Lilah, ¿Qué estás planeando conmigo? Pregunté molesta.
-Tú confía en mí. -Dijo mientras se llevaba casi cargando a Leah.
-Yo no sé nada... -Dijo Alexia anticipadamente.

De pronto llegó un chico y me invitó a bailar con él, pero Leah interrumpió y le dió su mano para que yo no fuese con él. Me quedé sola sentada, esperando a ver qué era el plan que Lilah tenía conmigo, pero pasó un largo rato sin que alguien apareciera. Llegó ella y se sorprendió de verme ahí sola.

-¿Y Alexia?
-Se fue a bailar con un chico.
-Tengo que salir un momento- Dijo mientras revisaba su ceular- Por favor, llegue quien llegue, hables con quien hables, me tienes que prometer que fingirás la voz. ¿Lo harás? ¿Lo prometes?
-¿Eso para qué Lilah?-Pregunté intrigada.
-¡Nadie tiene que reconocerte! Por favor, promételo.
-Está bien, lo prometo.-Respondí resignada.

Ella salió y me dejó a cargo de Leah quien cada vez se ponía peor. Pasaron unos minutos y ella estaba delirando y a punto de caerse, y yo ya no podía sola con ella. Así que me dispuse a ir a buscar a Lilah urgentemente para que fuésemos a dejarla a su casa. La llevaba casi arrastrando y a parte llevaba cargando las cosas de ambas, cuando de pronto vi que Lilah entró con alguien, quien también estaba totalmente disfrazado, irreconocible.

-¡Oh! Déjame ayudarte... yo la llevo al baño y la cuido, ¿Está bien? Ustedes vayan y diviértanse mientras yo llego...- Dijo sonriendo sospechosamente.-Recuerden su promesa...
-¿Quién eres? Pregunté al chico, modificando mi voz.
-Quisiera saber lo mismo de ti, pero creo que esto será más interesante con el misterio... mejor disfrútemoslo...

Continuará...







domingo, 6 de julio de 2014

Capitulo 4 "La llamada"

-¿Quién habla?- Respondí exaltada.
-¿En serio no reconoces mi voz? ¿Tan pronto me has olvidado?

Comencé a darme cuenta de que me teoría era confirmada. Era la persona que me pareció escuchar al principio de la llamada. Mi corazón latía a mil, no cabía en mi pecho. Mi cuerpo comenzó a temblar como si el clima estuviera muy frío, pero no era así, era el nerviosismo que me causaba escuchar esa voz de nuevo, después de un año...

-Vaya, nunca esperé volver a recibir una llamada tuya, no ahora...
-¿Por qué?
-Porque no creí que me recordaras. Sé que eres feliz con otra persona y que en todo te va bien, no creí que en algún momento pensaras en mí.
-Por supuesto que he pensado en ti, muchos días, todos los días, todo el tiempo. Eres de esas personas que son difíciles de olvidar, de esas personas por las que vale la pena perder toda una noche de sueño, sólo para ponerte a recordar todos los momentos en los que fuimos felices...
-No puedo creer que me estés diciendo todo esto después de tanto tiempo. ¿Sabes cuántas noches esperé a recibir una sola llamada para escucharte? ¿Para escuchar todo esto? Y ahora que los dos estamos tomando otro camino, estamos comenzando a vivir el uno sin el otro, vienes y te pones a decirme todo esto... ¿De qué se trata? ¿Qué quieres de mí?
-No te molestes. No quiero destruir tu mundo, cambiarlo, moverlo, ni mucho menos. Sin embargo no te puedo negar que escucharte ahora y sentirme como hace mucho no me sentía, sentir ese nerviosismo que desde que te conocí no había tenido, es realmente extraño... ¿Sabes? Yo antes de ti tuve otras relaciones, más largas y más formales, y en ninguna me había pasado lo mismo que me pasa contigo. Después de tanto tiempo y sentir que el corazón se sale de mi cuerpo... eso no es normal.

Me quedé en silencio. Liam parecía ser honesto, pero no podía seguir su juego. Era mitómano por naturaleza; mentir, convencer, jugar con los sentimientos era su profesión, su especialidad.

-Dime que tú no sientes lo mismo que yo, atrévete a negarlo...- Interrumpió mi silencio.
-No estamos en condiciones de que te responda. Ni yo de decirlo, ni tú de escucharlo.- Respondí de forma seria.
-¿Por qué no?
-Te repito, tú ya tienes otra relación y yo...
-Tú...¿Qué?-interrumpió.-¿También tienes ya otra relación?
-Eso es algo que no tengo por qué responderte.
-Pero, ¿Por qué no? María, te conozco, sé perfectamente que estás muerta de los nervios, sé que no tienes ninguna relación, sé que esperabas esta llamada tanto como yo; incluso sé que el día de ayer recordaste que, hace un año, terminó nuestra relación. Todo es cierto, ¿O no? te conozco, más que nadie, quizás mejor que tú misma. No te atrevas a negarme que me extrañas igual que yo te extraño a ti, que deseas abrazarme en este momento, tanto como yo a ti, que si estuviéramos frente a frente justo en este instante, correrías a mis brazos, y nos besaríamos tan intensamente como nunca...

Lloré, lloré mucho. No podía pronunciar una sola palabra. Es increíble como alguien que está tan dentro de t
tu alma, de tu corazón, a pesar del pasar del tiempo, no se va. Puedes no hablar con esa persona, no estar cerca, no verla, no llamarle, pero simplemente no se va, siempre se queda contigo. Pienso que hay personas en cuyo destino está pasar por tu vida e irse, solamente dejando aprendizaje; pero pienso que hay otras, muy pocas, que llegan para quedarse, no precisamente a tu lado físicamente, pero dejan su esencia en tu alma y esa no se borra.

-Liam, ¿Por qué no dejamos esto así y seguimos como estábamos? Seguimos con nuestras vidas, y dejamos de atormentarnos, tú dijiste que no querías mover mi mundo... bien, pues ya lo has hecho. - respondí sollozando.
-No quiero mover tu mundo porque no es justo, ni para ti, ni para nadie. Solamente quería escucharte, saber que estás bien, saber que aún me recuerdas. Sólo eso. Después de esta llamada todo seguirá igual, como bien dices, pero al menos sabré que mi esperanza de que algún día estemos juntos otra vez, puede ser posible, si tú aún no me olvidas.
-¿Crees que eso se pueda? ¿Crees que algún día tú y yo podamos volver a estar juntos?
-Tengo fe en ello. No sabes cuánto lo deseo.
-¿Y por qué no ahora? ¿Por qué no quieres dejar a tu novia para que tú y yo podamos intentarlo de nuevo? ¿Y todo el amor que me juras? Ahí no aplica, ¿verdad?
-Algún día lo entenderás todo. Por ahora sólo te puedo decir que yo te sigo amando, como el primer día o aún más. Esto no se apaga, al contrario; cada día de esta vida está creciendo más y más. Y, aunque no lo comprendas, sólo me gustaría pedirte una cosa.
-¿Qué cosa?
-No te alejes de mí.
-Tú te fuiste, tú me dejaste. Yo no me alejé, tu me alejaste de ti...¿Como puedes pedirme esto?
-Este tiempo que hemos estado lejos me he dado cuenta de que no puedo estar sin ti. Por favor, no te alejes de mí.
-Supongo que no está tan mal que hablemos uno que otro día... -Respondí más tranquila.
-Por favor.
-Está bien.
-Cuídate. Te amo.
-Te amo.

Dejé el teléfono sobre mi cama y me tiré a llorar sobre ella. ¿Como era posible? ¡Una vez más! Una vez más había permitido que moviese mi mundo, mi corazón, mi alma... ¡¿Qué clase de monstruo era?! Después de esta llamada era más que claro que el seguía en mí, que lo seguía amando, como a nadie nunca, eso era más que evidente.
Como si se tratara de una película en mi cabeza, comenzaron a rodar escenas de mis recuerdos con él, y comencé a revivirlas, cada vez que recordaba un abrazo suyo lo sentía, cada beso, cada sonrisa, cada lágrima... todo él me hacía falta, y nunca tuve el valor para confesárselo pero, ¿Para qué? Finalmente él ya lo sabía, estaba de más.
No supe cuando fue que me dormí. Lloré tan intensamente que no paré hasta que el sueño me venció. Finalmente muchas veces sólo el sueño es capaz de sanar el dolor, al menos por el momento.

Llegó el día lunes. Asistí a la universidad como de costumbre y me senté en una banca del salón, después llegó Lilah y se sentó junto a mí y comenzó a conversar conmigo como siempre. Yo por supuesto estaba muy seria con ella y a penas le respondía, pero ella parecía no darse cuenta y siguió como siempre.

-¿Qué tal te la pasaste el jueves? ¿Verdad que Iker está guapísimo? ¿Qué pasó mientras estaban en la estación de policía solos?
-Nada, no pasó nada. Si, está muy guapo, pero es muy arrogante. La verdad no me cayó bien.
-Ay, pero ¿Por qué? Bueno, es serio, quizás, es un poco raro... a veces pienso que es gay.
-¿Por qué?- Pregunté extrañada.
-Pues siempre lo veo con diferentes chicas...-Hizo una pausa- Pero bueno, tal vez no se han tratado lo suficiente, espero que podamos ir a otra fiesta próximamente y los pueda acercar más.
-No, muchas gracias. Además, yo no le gusté, eso fue obvio. Tal vez la que le gustó fue Alexia se ve que ellos se llevaron muy bien.
-Pues yo le pregunté y me dijo que no le gustó, pero después le pregunté a Alexia que había pasado y me dijo que habían quedado de ponerse de acuerdo para salir otra vez... no lo sé, es raro.
-¿Ves? Ella tiene más posibilidades que yo, mejor ayúdale a ella, a mi déjame así como estoy.
-Es que a mí me gustaría que ustedes fueran novios y así poder salir los cuatro y que todo quedara en familia... ¡Qué bonito sería! ¿No?
-Si, claro...- Respondí sarcásticamente.

Dejamos ese tema atrás y continuamos con nuestro día cotidiano. Me propuse no cambiar radicalmente la amistad que tenía con ella, pero si ir alejándome poco a poco y encontrar amistades que me pudiesen brindar más sinceridad; en donde pudiese ser más feliz.

Llegué a casa por la noche y me dispuse a trabajar sobre mis tareas, abrí mi correo electrónico y en la bandeja de entrada tenía un e-mail de una dirección totalmente desconocida. Me dió curiosidad porque no tenía asunto, y había sido de la madrugada anterior, así que me dispuse a abrirlo y encontré una sorpresa que me dejó anonadada.

"María:

Después de colgar, me puse a revisar todas las fotos que tengo guardadas en mi computadora. Encontré muchas tuyas y mías, donde eramos felices. Pensarás que soy de roca y que esas fotos nunca me importaron, pero no es así, si a penas llegué a abrirlas es que antes no podía hacerlo porque me recriminaba a mi mismo el haber sido tan tonto para haberte dejado ir. Nunca creí en aquello de "No sabes lo que tienes hasta que lo ves perdido" Hasta el día de hoy que te siento más distante y fría que nunca. Aún recuerdo aquellas tardes en las que salíamos a caminar tomados de la mano. O aquella cena romántica que tuvimos en aquel restaurante a la orilla de la playa, a la luz de las velas. Recordé que a ti te encantaba ponerte a cantar cuando quedábamos en silencio, hacer dibujos en las servilletas... recordé aquella tarde, que tu bien recordarás también, en la que la vida nos cambió a los dos.
Pero eso ahora no importa, ya nada importa, porque no estás conmigo, y si bien, sólo fue mía la decisión, quiero que sepas que me he arrepentido cada día después de ello y que si algo puedo hacer para que me perdones, lo haré, lo haré todo por ti.
                                                                                                                       
                                                                                                                                       Liam.

No podía creer que fuese ÉL quien me escribiese que lo perdonara, pensé que había tenido suficiente con torturarme con la llamada del día anterior, pero no, no fue suficiente. Me quedé pensando un momento sobre la intención de ese escrito cuando, en la ventana, se escucharon pequeños golpecitos, como los de una piedra pequeña.

-¿Escuchaste eso?- Pregunté a Carly, mi compañera de cuarto.
-Si... fue como una piedra. ¡Yo no me asomo!

Pensé que era algún maleante queriendo molestar, así que me asomé a la ventana con todo cuidado y curiosidad, y me asombré al ver quién era la persona que estaba abajo. Bajé corriendo, pero detuve el paso cuando iba llegando a la puerta del edificio. Salí despacio y llegué a donde estaba él. Me detuve unos metros antes y hablé en voz alta.

-¿Qué haces aquí Liam?


Continuará...