lunes, 30 de junio de 2014

Capitulo 3: Patán

Me safé lo más rápido que pude y cuando pude voltear a ver quién era, pude observar la cara de burla que tenía Iker en el rostro.

-¿Qué te pasa? ¿Por qué hiciste eso? - Reaccioné asustada y molesta.
-¡Traaanquila! Solo fue un pequeño sustito. - Respondió riendo.
-¿Qué haces aquí?
- Voy a dejar Alexia a su casa y ella te vio a lo lejos y me pidió que te lleváramos a tu casa.
-¿En serio? Bueno pues, muchas gracias.

Me sorprendió que fuese precisamente Alexia quien le pidiera llevarme a casa, ya que ella y yo nunca habíamos convivido tanto. De cualquier forma subí al auto en la parte trasera.

-La verdad es que pienso que no es de amigas lo que te hizo Lilah, ¿Cómo te deja sola y a esa hora? Si ella te invitó, pues ella debía regresarse contigo o mínimo asegurarse de que te fueras segura. Por eso le pedí a Iker que te lleváramos a tu casa.
-Muchas gracias, y pues es que Lilah ya había tomado mucho alcohol...
-No, no la justifiques, eso estuvo mal. Pero después hablaré con ella.

A partir de esa pequeña conversación que tuve con ella, todo el resto del camino pasé escuchando su conversación con Iker. Aparentemente no había nada extra normal, aparte de que ella le tomaba la mano de vez en cuando. Todo el camino fui pensando en considerar mis amistades. Realmente no quería pasar la vida con personas que solamente me tomaban el pelo y se aprovechaban de mi excesiva confianza en los demás, en mi excesiva lealtad. No, ya no más. No podía creer que había recibido ayuda de alguien que siempre me había caído mal y de mi supuesta mejor amiga, no. Sólo te das cuenta de quiénes están realmente contigo cuando estás en las peores condiciones.

A mitad del camino, sonó el celular de Alexia. Después le pidió a Iker que la llevase antes a ella a su casa porque estaban esperándola para ir a otra fiesta a la que no podía faltar. Así que dio media vuelta y nos dirigimos para dejarla en su casa. Cuando nos dirigíamos hacia mi casa, él recibió una llamada de Joan diciéndole que habían tenido un accidente y los habían llevado a estación de policía.

-Tengo que ir a ver qué pasa con estos dos. Se los llevaron a la policía y ya no tienen dinero. ¿Te importa si te dejo aquí?
-¿Qué? No, no me puedes dejar aquí, estoy muy lejos y ya no tengo dinero para un taxi.
-¿Cuánto necesitas? Voy a ver si puedo prestártelos.
- Pues a esta hora y tan lejos, 3 veces lo que cobran normalmente.
-¿Qué? Por supuesto que no, eso es carísimo.
-¿Entonces? Estás de acuerdo en que no me puedo quedar aquí o, ¿si?
-Uhm... ¿Vienes conmigo? Es lo único que puedo ofrecerte en este momento.
-Si, está bien, voy contigo.

Cruzamos algunas palabras mientras llegábamos, nada extraordinario. Era claro que aunque el tipo era físicamente perfecto, era un patán, y eso hacía que yo dejara de verle algún atractivo.
Llegamos a la estación de policía y allí nos dijeron que teníamos que esperar hasta las 6 am. para que pudiesen pagar una fianza y poder salir. Habían chocado contra un poste de luz y tenían que pagar todos los daños. Por lo tanto nosotros teníamos que esperar 3 horas allí hasta que salieran. Nos quedamos en la banca de espera, la cuál era fría y yo solamente tenía una chamarra delgada. Él llevaba una gruesa chamarra negra y suéter; por él no había problema, tenía de más.

-Tengo frío- Exclamé temblando, con la esperanza de que al menos me ofreciera su suéter.
-Si, si hace mucho frio.- Dijo mientras se recargaba en el muro que estaba junto a él, dispuesto a dormir.

Lo observé con la mirada dura. ¿Cómo era posible que fuese así de patán? Esta bien, quizás yo no le gustaba al tipo, pero al menos podría ser un poco caballeroso por simple cordialidad, amabilidad, compasión, ¡qué sé yo!  Pero no, sólo se limitó a hacerme un pequeño favor.

-¿Quieres un café?- Preguntó somnoliento.
-Si, si quiero. -respondí esperanzada.
-Ahí a la vuelta hay una maquina de café. Si quieres ve por él.
-Gracias, que amable eres. -Dije mientras me levantaba por él y contestando de una forma irónica.

Regresé y me senté con un asiento de distancia de él.

-¿Por qué dices que soy muy amable?-preguntó intrigado.
-Pues porque me dijiste donde está la maquina de café... ¿Por qué más?
-Bueno. Me iré a dormir al auto porque aquí hace mucho frío y estoy muy incómodo. Nos vemos en un rato.

Me quedé anonadada. ¡Era increíble! Era imposible que alguien pudiese ser así. Pero bueno, ahora yo tenía que esperar ahí sola, con mucho frío y sueño.
Dieron las 6 de la mañana y entró por la puerta. Preguntó al policía si ya era hora y a los pocos minutos salieron Lilah y Joan. Lilah al verme corrió y me abrazó.

-¡Qué linda eres amiga! Muchas gracias por estar aquí.
-Ni lo agradezcas... -Respondí enfadada.
-Tienes  cara de sueño. Con lo dormilona que eres y tú aquí sin dormir ¿Cierto? Pero no te preocupes, ten, esto es para tu taxi, ya ve para tu casa que tienes examen a las 8, suerte amiga y gracias.- Respondió dándome un billete.

Salí de ahí sin despedirme de los otros dos. Encontré un taxi y solamente llegué a casa a bañarme y a tomar mis cosas para el colegio. Afortunadamente era viernes y sólo tenía ese examen y ninguna otra clase ya. Llegué a mi cuarto y dormí casi todo el día. Me sentía decepcionada, poca cosa, patética, terrible...
Me sentía como aquellas chicas que juegan algún deporte y son escogidas por las capitanas al último. Como si tuviese un defecto muy, muy grande, muy humillada, decepcionada. Solo con ganas de dormir.

De pronto recordé lo que sentí al volver a ver a Liam. En ese momento sentía que él había sido la única persona en este mundo que pudo haberme amado y valorado como lo merecía, en un principio.
De pronto tuve la curiosidad que nos da muchas veces después de no saber nada de una persona. En ese año que habíamos terminado no habíamos hablado más que un par de veces y por mensaje de texto, pero nunca volví a escucharlo y a verlo, hasta la noche anterior.
Tomé el teléfono y marqué su número, pero ya no existía, lo había cambiado. Me decepcioné un poco pero pensé que era lo mejor, no debía inquietarme más y menos sabiendo que él ya estaba con alguien más.

Salí a comer y a comprar algunas cosas personales que necesitaba. Regresé a mi cuarto y me disponía a hacer mi tarea, cuando mi celular, el cual estaba sobre el buró junto a mi cama, comenzó a vibrar.
Me acerqué para ver quién era y no reconocí el número así que decidí contestar.
Mi corazón comenzó a latir a mil por hora cuando escuché esa voz...

- Hola María, ¿Me recuerdas?

Continuará...











sábado, 28 de junio de 2014

Segundo capitulo: La bienvenida

Subí a la recámara de Lilah a retocarme un poco el maquillaje y apartarme de la odiosa de su prima. Estaba a punto de recostarme sobre la cama cuando escuché el claxon de un auto. A los pocos miutos escuché que el ruido del portón y que alguien subía rápidamente por las escaleras. Era Lilah muy emocionada porque al fin habían llegado.

-¡Baja pronto por favor María! Ya llegó Joan con su primo y ya sabes que Joan es muy impaciente y no quiero que se enoje, así que apúrate por favor.- Dijo mientras bajaba apresuradamente de nuevo a la sala, en donde estaban esperando.

Algo en su noto me había enfadado aún más. Ahora no sólo tenía que cumplir sus caprichos, además tenía que cumplir los de su novio fastidioso. Hice un poco de tiempo mientras me rizaba las pestañas un poco más. No sabía por qué pero de cierta manera sentía nervios. Si, nervios. De esos cuando tienes el presentimiento de que algo, ya sea malo o bueno sucederá. 

Bajé cuidadosamente, sin premura. Con forme iba bajando escuché que acababa de salir Alexia y estaba saludando a los dos. Escuché una voz de hombre que no era la de Joan, así que supuse que esta vez si era real la promesa de que iría su primo. Me quedé pensando unos minutos antes de bajar al último escalón. Sin querer me daba curiosidad si realmente sería tan interesante como Lilah me lo había descrito. Finalmente me animé a dar el último paso, y al adentrarme a la sala, en donde ellos dos estaban sentados, Lilah me presentó con ellos.

-¡Oh! ¡Al fin! Tardaste mucho. María, él es Iker, primo de Joan, mi novio, al él ya lo conoces.
-¡Hola! Mucho gusto.- Respondí tímidamente. 
-Hola.- Respondió fría y desinteresadamente. 
-Hola, ¿Nos vamos? Ya es tarde Lilah, ya se tardaron mucho.- Dijo Joan, quien ya estaba molesto por mi tardía llegada. 

Quedé impresionada con lo lindo físicamente que era Iker. Era de esos hombres que puedes ver en revistas, en televisión, pero solamente ahí, como un sueño. Pero éste no era un sueño, él estaba ahí, a unos cuántos centímetros, aunque de igual manera imposible. Se notaba que era igual de fastidioso que Joan, sólo un poco más sonriente, y con una cara de mujeriego con la que no podía. Eso y su actitud, automáticamente le roban las ilusiones a cualquier chica que desee algo serio con alguien.

Subí al auto y en la parte de atrás subimos Alexia, Iker y yo. En seguida Alexia, quien era mucho más extrovertida que yo, comenzó a platicar con él. Los dos muy sonrientes, con una plática muy fluida. Alexia era una chica muy atractiva, delgada, alta, cara de muñeca, algo más como para él. Era comprensible que se hubieran llevado bien desde un principio. 
Me sentí incómoda y fuera de lugar. Cada quien tenía su pareja y yo solamente veía hacia la ventana esperando por fin llegar. Llegué a pensar en que cuando llegáramos inventaría que me sentía muy mal y me iba a regresar en taxi.

Llegamos a la fiesta y el ruido estruendoso de la fiesta podía escucharse a muchos metros de distancia. Entramos al lugar y yo seguía sintiéndome un estorbo. Había muchas gente y a penas se podía bailar. Al principio todos estábamos bailando en grupo, pero después Lilah se dispuso a bailar en pareja con Joan y Alexia con Iker. Me senté sobre el sofá que estaba en nuestra mesa. Bebí un poco de vodka que había comprado Lilah. De pronto observé que Alexia se dirigía hacia el sanitario de mujeres. Iker se acerco a mí y me tendió su mano.

-¿Por qué no bailas? ¿Estás aburrida? ¡Vamos!

Me quedé anonadada ante tal invitación, y aunque en un principio pensé en rechazarlo, pensé en que no debía desaprovechar la oportunidad, así fuese únicamente por pura amabilidad de su parte, así que le tomé la mano y comenzamos a bailar. Era como de esos sueños en donde te imaginas con todo un príncipe. Alto, cabello negro, piel blanca, ojos cafés claro, dientes perfectos, sonrisa de sueño, voz encantadora. Pero el sueño terminó pronto. Llegó Alexia y se unió a nosotros para seguir bailando. Ellos seguían riendo mientras que yo crucé muy pocas veces palabras con ellos. 

Me senté de nuevo sobre el sofá y mientras tomaba un trago observé a alguien conocido a lo lejos. Decidí acercarme un poco más y si, efectivamente era Liam quien se encontraba acompañado de una chica desconocida para mí. Me quedé pensando en la posibilidad de ir a saludarlo, de tratar de saber si aún teniéndolo cerca volvía a sentir lo mismo que antes, pero mi taquicardia no me lo permitió. Di la media vuelta y decidí irme de aquel lugar, yo nada tenía que hacer allí.

Tomé mi bolso y me despedí de Alexia e Iker a quienes pareció no importarles mi ausencia. Me dirigí hacia Lilah pensando que ella me insistiría en que me quedara, pero no fue así, tampoco le importó en qué me iba a regresar a casa sola y a media noche. Tomé mi bolso y al buscar mi dinero me di cuenta de que ya no estaba, alguien lo había robado junto con mi celular. Lloré de impotencia. Toda esa noche había sido un total fracaso, un fiasco. Y ahora, por si eso hubiese sido poco, me encontraba a mitad de la nada sin saber qué hacer. Pensé en Karly mi compañera de cuarto, quizás había salido con su novio y podrían ir por mi, así que me dirigí a la caseta de teléfono más cercana, que, según los taxistas que estaban frente al lugar de la fiesta, estaba a 6 cuadras de distancia. 

En la primera cuadra estaba caminando mucha gente, pero poco a poco la calle se fue haciendo más solitaria, hasta que sólo se escuchaban ruidos de auto a lo lejos. Me dieron escalofríos. Nunca antes había tenido tanto tiempo como en ese momento. Me temblaban las piernas, pero tenía que continuar, porque tampoco había modo de regresar a la fiesta, ya que debía pagar para entrar y a mí me quedaban solamente unas cuantas monedas. Por fin llegué al teléfono público y marqué el número de Karly, pero nunca me contestó. No tenía a nadie más a quien pedirle ayuda, ya que no me sabía el número de nadie más. Mi única opción era regresar y esperar afuera de la fiesta a que Lilah saliera. 

Eché a caminar, y de pronto escuché el ruido de un auto que venía a lo lejos, detrás de mí. Caminé un poco más de prisa pero el automóvil se escuchaba cada vez más cerca. De pronto se detuvo y comencé a correr. Mi sangre se heló cuando unos brazos rodearon mi abdomen fuertemente...

Continuará... 








 

domingo, 22 de junio de 2014

Capitulo 1: Terminar una historia

Computadora,  celular, música y un chocolate. Todo lo que necesitaba para ser feliz.
Era una tarde de otoño. De aquellas tardes en las que el sol es más brillante y todo alrededor brillaba en tonalidades amarillas, anaranjadas. En le jardín se sentía la brisa del viento frío, con la típica nostalgia que trae consigo el otoño. El atardecer de un año, de otro año. 

Terminaba mi tarea de la universidad. Los primeros años siempre son difíciles, y éste, mi primer semestre me había costado bastante, afortunadamente casi llegaba a la mitad, llegaba Octubre y yo comenzaba a adaptarme a todos los cambios que trae consigo un paso tan largo como es el pasar a la universidad. 
Estaba estudiando biología marina, me encantaba la idea de poder convivir con la naturaleza, con los animales acuáticos... mucha gente me había mencionado que moriría de hambre porque eso, en mi país, era muy poco redituable, pero nunca hice caso; Era mi sueño, sólo yo tenía que vivirlo o despertar de él.

Dejé el bolígrafo sobre la mesa y por un momento observé el paisaje que me ofrecía el ventanal enorme que tenía en mi cuarto de estudio. Me llenaba de nostalgia esta época del año. Recordé en ese momento, que justo hacía un año que había terminado la única relación estable que tuve en mi vida. Liam y yo habíamos sido novios durante 3 años, en los cuales yo había estado profundamente enamorada de él, pero las cosas pasan, a veces sin que te des cuenta, todo se transforma y te das cuenta de que ya no es el cuento rosa que comenzó, se había convertido en algo gris, en algo que nunca había deseado. 
Así que todo terminó, el siguió su camino y yo, yo ahora solamente estaba dedicada a la universidad y del amor, no quería saber nada... por el momento. 

Siempre fui romántica, de esas chicas que lo dejan todo por una relación y después que ésta termina, o saben qué hacer. Si, estaba mal, pero no pude comprenderlo hasta que me enfrenté con la realidad de estar sin una persona y no saber por donde encontrar de nuevo el camino. Afortunadamente a mí se me atravesó la universidad y de alguna u otra manera me había podído refugiar en algo de provecho, en algo en qué descargar mi angustia, mi tristeza... pero los recuerdos no se iban, permanecían y dolían casi, como en un principio.

Decidí recostarme sobre la cama a esperar a que llegara mi compañera de cuarto de hacer las compras. Miré al techo, suspiré, y me dispuse a ponerme los audífonos y escuchar música de la que justamente no debes escuchar cuando estás triste: música aún más triste, pero siempre da un poco de estabilidad el no saberte solo, saber que al menos una canción comparte tu sentir, y lo entiende aún mejor que muchas personas a tu alrededor.
De pronto mi celular comenzó a timbrar y atendí la llamada, era Lilah, mi mejor amiga.

-¡María! ¿Cómo te encuentras? ¿Estás en casa? Quiero pedirte un favor. -Sonaba muy emocionada, contrastando totalmente con mi estado de ánimo
-Si, estoy en casa, ¿Qué pasa?-Respondí sin ganas.
-¿Puedes pasar un poco más tarde a mi casa? Necesito que me ayudes a pedir permiso a mis papás para que vayamos a una fiesta, es el festejo de aniversario de la carrera de Derecho, ¡Es una festa que no nos podemos perder!
-¿Por qué? ¿Qué habrá?
-¡Va a ir el chico con el que estoy saliendo y quiero que lo conozcas! Además irá su primo que está por de más guapo, es modelo de marcas muy reconocidas. En verdad, tenemos que ir.

Conocía a Lilah, sabía que muchas veces mentía para convencer a las personas para que la apoyaran en sus planes, planes que la mayoría de las veces sólo eran convenientes para ella, sin embargo sabía que tenía que distraerme de alguna manera, así que accedí, una vez más, a su capricho.

-Está bien, paso a tu casa en dos horas. Pero por favor no regresemos tan tarde, es jueves y mañana tengo clase temprano.
-¡Si! Lo prometo, es más, Joan y yo vamos a dejarte a tu casa, eso es seguro.

No le creí así que decidí cargar con más dinero por si tenía que regresar en taxi sola. Al otro día tenía un examen importante y aunque quisiera no podía faltar. Y no es que no me agradaran las fiestas, es que sabía que salir con Lilah era un riesgo. Ella siempre era la última en irse y a veces encontraba a otras amigas y a nosotras nos dejaba solas. Pero bueno, era mi amiga y tenía que aceptarla como era o, al menos, eso pensaba.

Llegué a casa de mi amiga y salió perfectamente arreglada para esperar a su novio, Joan. Un tipo muy atractivo, pero sumamente serio y arrogante. Era el típico hombre que cree que lo merece todo sólo por tener mucho dinero y ser muy guapo, y lo era, pero con su actitud lo arruinaba todo. Llevaban saliendo a penas un mes y Lilah se sentía por muy enamorada, como en casi todas sus relaciones y siempre en los primeros días, era una chica con suerte.

-Espera, afortunadamente no están mis papás así que no tendremos que irnos en taxi, Joan y su primo pasarán por nosotras, así que esperemos. ¡Ah! Olvidé comentarte, irá con nosotras mi prima Alexia. Sé que no te agrada mucho, pero yo pienso que en la fiesta se separará de nosotras.

Me sentí fastidiada y con ganas de salir corriendo de ahí, poner cualquier pretexto e irme. Mi ánimo estaba como para tirarme a llorar sobre la cama escuchando música triste, no como para ir a una fiesta en donde no me la pasaría nada bien y con personas totalmente desgradables. Pero bueno, ¿qué podía hacer? ya estaba ahí y regresar a casa era demasiado tonto. Decidí experimentar y saber qué sucedería.

Continuará...