viernes, 26 de septiembre de 2014

Capitulo 10: Nada es para siempre.

El saber que existe una, al menos, una pequeñísima oportunidad en algo que deseas lograr pero que se ve muy lejano, es ya un paso demasiado grande. Yo tenía una oportunidad en mis manos y tenía que tomarla, era ahora o nunca.
Al día siguiente le llamé por teléfono para saber qué haría esa noche. Me comentó que tenía que hacer un trabajo muy importante para la universidad y que no sería posible vernos. Me desilusioné un poco, llegué a pensar que era un pretexto para comenzar a alejarse de mí, pero no fue así. Al poco rato me llamó para preguntarme si nos podíamos ver esa noche, le podía ayudar con su trabajo y así podríamos pasar tiempo juntos. Acepté de inmediato y al poco tiempo llegó por mi.
Llegamos a su casa y el se dirigió a la cocina a preparar chocolate. El clima estaba bastante frío y los dos deseábamos tomar algo caliente. Me senté sobre la silla de su escritorio para comenzar a leer de qué se trataba su trabajo. Bajé la mirada y pude observar que la hoja con la lista que había visto el día antes estaba debajo de las demás hojas de su trabajo. No las toqué, sólo observe esperando a que llegase el momento oportuno para mencionarlas.
Se sentó junto a mí y comenzó a explicarme en qué consistía su trabajo. Entonces fingí que estaba leyendo las hojas de su trabajo y comencé a leer todas las que estaban en su escritorio, hasta que llegué a la que deseaba llegar. Fingí estar extrañada por aquella lista de deseos, el me miró con extrañeza, casi queriendo arrebatármela, pero ya era demasiado tarde, también a esa hora me había dado tiempo de terminar de leer.

-¡Qué bonita lista! ¿Tú la hiciste?- Exclamé emocionada.
-Si, pero fue hace mucho. -Dijo mientras suavemente me la quitaba de las manos.
-¿Qué pasa? No tiene nada malo que muestres tus sentimientos de vez en cuando, o... ¿si?
-No, nada, pero esos no son mis sentimientos, son tonterías, cursilerías. Ya te había dicho que no me gustan esas cosas, esto lo escribí como un juego, hace mucho.
-Pues está muy bonito, ojalá lo pusieras en práctica.
-En absoluto- Dijo tomando un lápiz y disponiéndose a escribir en la hoja.-  esto no tiene por qué existir. -Dijo mientras ponía un NO antes de todas las frases.
-¿Por qué haces eso? Ojalá te dieras la oportunidad de creer de nuevo en el amor, es hermoso.
-No tengo ganas. Todo comienza siempre con lo mismo: Felicidad, pura felicidad, emoción, cursilerías, promesas que nunca se cumplen, ¿Para qué? Para que al final alguno de los dos se traicione, rompan todo lo construido y sólo te quedes llorando... ¡No gracias! El amor no es para mí. La vida es para disfrutarse, ¿Por qué conformarse con una sola persona habiendo tantas en este mundo? Solo vive, y verás que no sufrirás. -Dijo mientras me regalaba una de sus típicas sonrisas coquetas.

En ese momento confirmé que mi teoría acerca de su antipatía hacia el amor había sido debido a un rompimiento amoroso, pero ya no quise preguntar más. Continuamos con su trabajo hasta que, pasada la media noche, al fin terminamos. Fuimos a su cama a descansar un poco de estar sentados por mucho tiempo. Me abrazó, por primera vez solamente me abrazo fuerte y se durmió. Lo observé detenidamente mientras dormía; ¡Qué cara tan dulce! Pensé. No podía creer que aquel ángel durmiendo fuese ese ser de piedra, como se auto retrataba.

Al día siguiente desperté y el desayuno ya estaba preparado. Iker me despertó con un beso. Abrí los ojos y el amanecer viendo su rostro era lo más hermoso que había podido sentir.

-Buenos días flojita -Dijo mientras me miraba sonriendo.
-Buenos días- Respondí soñolienta.- ¡madrugaste! - Sonreí.
-Olvidé que tenía que agregar algo más al trabajo y decidí preparar el desayuno. ¿Gustas?
-¡Cocinaste parta mí! Claro, vamos.- Respondí emocionada.

Desayunamos como nunca: felices de la vida, sonriendo, platicando de todo, de nada, de cualquier cosa que se nos presentara en el camino. Sin duda había algo muy especial que nos unía, algo de una dimensión que ni él ni yo sabíamos.
Fue a dejarme a mi casa y cerré la reja del portón. Estábamos divididos por él y comencé a juguetear con la división.

-Así será la relación de ahora en adelante, solamente tras las rejas, así no me podrás tocar. -Dije sonriendo coqueta.
-Y, ¿Crees que eso me importa?- Respondió serio.
-Pues, no sé, quizás si.
-Yo me la paso muy bien contigo, pueda tocarte o no. Así que una reja para mí no sería problema, mientras pueda ver tu sonrisa, esa sonrisa coqueta tan tuya y escuchar esa vocesita suave. Eres especial María, muy especial.

Sonreí y no quise decir nada más para no arruinar el momento. Entré a mi casa y me quedé tirada por varios minutos sobre la cama. Estaba soñando definitivamente, ¡tenía que estar soñando! El hombre de mi vida, sentía algo por mí, ¡Yo lo sabía! ¡Lo sentía!.
Las cosas continuaron de maravilla. Salidas hermosas, mucha caballerosidad de su parte, muy tierno conmigo, nada podía ser mejor. Un día pusimos música volumen muy alto y comenzó a bailar y cantar él solo, morí de risa hasta que me invitó a hacerle compañía, había sido el mejor día de mi vida. Sabía que estaba a punto de conseguir el objetivo deseado; lo que no sabía era lo que vendría días después...

Fui a su casa a prepararle una comida sorpresa. Me había prestado las llaves supuestamente por que había olvidado algo. Estaba muy feliz cocinando cuando de pronto tocaron el timbre. No sabía si abrir o no, ya que no era mi casa, pero pensé que podría ser algo importante y entonces abrí la puerta.

-¿Si?- Pregunté. Era una chica aproximadamente de nuestra edad, de cara muy bonita y cuerpo perfecto, por lo que me dio aún más curiosidad saber qué hacía allí.
-¡Hola! Disculpa, ¿Está Iker? ¿Si vive aquí?
-Hola, si, si vive aquí pero por el momento no está. Si gustas puedes dejarle un recado y yo se lo doy.
-Solamente dile que vino a buscarlo Molly, que me llame en cuanto le sea posible.
-Yo le digo.

Se alejaba cuando de pronto se dio media vuelta y se volvió a dirigir hacia mí antes de que cerrara la puerta.

-¿Puedo hacerte una pregunta un poco indiscreta?- Preguntó apenada
-Si, dime. -respondí intrigada.
-¿Eres su novia o su compañera de departamento?
-Creo que si no sé quién eres, no tengo por qué responder a ello, discúlpame.
-Si, sé que no debo preguntarte, pero quisiera no ocasionarle problemas en caso de que si fueses su novia. Verás... yo soy... o era novia de Iker, no sé si alguna vez te habló de mí...

Continuará...
















No hay comentarios:

Publicar un comentario