martes, 15 de julio de 2014

Capitulo 7 "Mágico encuentro"

Me miró con la misma expresión de sorpresa que yo. Me quedé helada, sin dar un paso, sin saber qué decir. Me negué a creerlo así que intenté creer que nada era como yo pensaba.

-¿Vienes a buscar a alguien? Creo que te equivocaste de timbre...
-Creo que si. Vine a buscar a una chica con la que estuve el viernes, le prometí venir a verla y me dio tu número de timbre, creo que se equivocó.

No había errores. Él era la persona a la que yo había estado esperando con tanta ansiedad, con tanta ilusión. Podría haberle dicho que estaba equivocado de timbre y hacerlo esperar hasta que se desilusionara y no la volviera a buscar jamás, pero mi corazón me dictaba que no lo hiciera, que si quería, debía terminar todo en ese momento.

-¿Tú? ¿Tú eres el chico con el que estuve toda la noche del viernes?- Dije molesta.
-Pues... me temo que si. ¿En verdad eres tú la chica misteriosa.
-¿Quieres que te enseñe mi antifaz? No te preocupes. Yo también desearía que todo esto fuese un error, pero no es así y creo que debemos dejarlo por la paz, ¿No crees?
-Como quieras, si no quieres que salgamos pues no salimos, no hay problema.
-Simplemente no puedo creer esto, ¿Cómo es posible?
-Ya, tranquila. Me voy. Suerte.

Se dio media vuelta y se dirigió a su auto. Sentí ganas enormes de decirle que no se fuera. Era un poco ilógico; Por un lado detestaba la idea de que el chico que había causado tanto en mí fuese precisamente ese patán, pero por otro, no deseaba dejar ir así algo que a ciegas, había causado tanto entre los dos.

-Iker, espera.- Dije con voz fuerte.
-¿Si?
-Disculpa, es que la verdad la última vez que salimos no te portaste muy bien conmigo... y bueno, el viernes sin saber quienes eramos la pasamos bien, quizá si lo intentamos esta vez pueda salir algo bueno, ¿No crees?
-Yo diría que si, ¿Quieres?
-Si, vamos.

Subí a su auto y esta vez si me abrió la puerta del coche. Subió y nos quedamos en silencio por unos segundos. El momento parecía tenso hasta que él, con su voz relajada, su sonrisa coqueta y sincera, dijo la primera frase.

-Y, ¿Bien? ¿A dónde vamos?
-Pues, creo que es un poco tarde, éste día y a esta hora todo está a punto de cerrar. ¿Podemos dar un paseo en tu auto?
-¿Está bien si vamos al centro?-Preguntó convencido.
-Si, está bien.

El clima fue cambiando entre nosotros. La conversación comenzó a fluir naturalmente como dos personas que se conocen por primera vez. Su forma de ser conmigo había cambiado radicalmente; ahora era amable, sencillo, risueño y amistoso. Comenzamos por conocer datos sencillos de ambos, edad, de dónde eramos, qué estudiábamos, qué nos gustaba, etc. Comencé a notar que, además de la química que había surgido en la fiesta, también empezaba a surgir lo mismo al conversar.
A diferencia de otras primeras citas, ésta vez sentía que ya había conversado antes con él, y no temí a mostrarme como realmente era. Le hablé con total honestidad acerca de mis gustos, de mis opiniones y él escuchaba, sin juzgar... era la persona más relajada y desenfadada que había conocido.

-Qué curioso fue habernos conocido sin vernos, ¿No?- Rió.
-Si, muy curioso. Sobre todo después de la primera vez que nos tratamos, ese día a penas nos dirigimos algunas palabras y el viernes todo fue muy diferente, y sin vernos.
-Si, Lilah nos hizo una pequeña broma. Ella me dijo que una amiga suya me había invitado a su fiesta, y que ella sólo pasó el recado. Ahora me doy cuenta de que aquello no fue cierto.

Dimos muchas vueltas por diferentes colonias hasta que se cansó. Efectivamente ya todos los lugares estaban cerrados y no quedaba más que quedarnos a platicar en el auto, en donde hacía mucho frío y estaba realmente incómodo.

-¿Qué te parece si ahora si vamos a mi casa a tomar algo? O, ¿No confías en mí?- Preguntó curioso, con su típica sonrisa.
-La confianza es algo que se gana con el tiempo, con las acciones y... bueno, ésta es la primera vez que salimos.
-Es es muy cierto- Rió- Pero, mírame a los ojos... ¿Qué te dicen? ¿Te podría hacer algo malo? Si pudieses confiar en mi palabra sabrías que yo no sería capaz de hacerte nada que tú no aceptaras.

Pensé en aquella propuesta y así lo hice, lo miré a los ojos. Esos ojos color marrón y esa cara de inocencia me decían que debía confiar en él. No lo conocía, cierto, sólo tenía referencias de él como el primo del novio de mi mejor amiga, pero nada más. Sin embargo, nunca tuve miedo, y decidí aceptar su invitación, así que nos dirigimos a su casa, mientras seguimos conversando felizmente.

Llegamos a su casa y nos sentamos en la sala. Me ofreció una copa de vino y acepté. Se sentó junto a mi y ofreció un brindis por habernos conocido. En ese momento supe que era el chico más encantador que había conocido. El calor del vino me hizo perder el miedo y atreverme a preguntar cosas que seguían intrigandome.

-Tengo una duda... ¿Por qué te comportaste tan mal conmigo el día que nos conocimos?
-No es que me haya portado mal o, al menos yo no lo vi así. Lo que pasa es que soy un poco distraído y a veces me olvido de que todas las chicas que conozco no son iguales. No me gusta ser atento con todas porque después piensan mal y no me gusta eso.
-¿O sea que pensabas que si me tratabas bien me iba a emocionar contigo?
-Efectivamente...
-¡Vaya! No joven, no es así. Yo no soy de las chicas que se rindan ante un chico a primera vista, no. Pero me hubieras agradado como amigo si hubieses sido amable y un poco caballeroso.
-Lo siento, te pido disculpas por ello. Y bueno, ahora que conozco tus besos, me encantaría poder conocerte a ti un poco más.
-¿Y qué te parecieron mis besos?- Pregunté sin temor.
-Excelentes, y mira que he probado bastantes...

Me tomó de la cintura y comenzó a besarme como la noche del viernes. Era mágico. No era de esas veces que te besas con alguien que a penas conoces y ya, no, esto era algo especial. Sentí que lo había conocido siglos antes, que era como yo pero en una versión masculina, perversa y relajada. Sus manos eran suaves, tersas, quizás hasta más que las mías. Sus labios claros, suaves, su rostro fino, blanco, terso, sus ojos tiernos, cafés, en los que me perdía. Dientes blancos, perfectos. Sonrisa ideal. Sabía que lo conocía desde hacía mucho, porque desde niña yo había soñado con alguien como él. Y esa noche no era un sueño, el hombre de mi vida estaba frente a mi, besándome, y no quería ni podía despertar.

-Ya es muy tarde, debo regresar a casar.
-¿Segura que quieres irte? Puedes quedarte aquí...
-No, muchas gracias, debo regresar a casa.
-Está bien, vamos al auto, te llevaré.

Subimos a su automóvil y trató de encenderlo pero no pudo. Pensé que era algo planeado por él para que no me fuera, pero realmente hizo el intento por encenderlo y no pudo. Podía haberme regresado en taxi, pero él me prometió que al otro día me dejaría en mi casa temprano, en cuánto pudiese encontrar a alguien que lo reparara. Subimos de nuevo y tiernamente me ofreció su cama.

-Mi cama es muy cómoda y suave, ahí dormirás bien.
-Y... ¿Tú?- Pregunté extrañada.
-Ah... pues yo también dormiré allí. O, ¿Qué no puedo?
-No creo que sea lo ideal. Yo creo que mejor debo regresar a casa para no incomodarte.- Respondí asustada.
-No es cierto. -Rió burlonamente- Claro que no. Tú dormirás en mi cama y yo en el sillón, ¿Está bien?
-Eres muy bromista... -Lo miré duramente- Muchas gracias.

Lo miré mientras acomodaba su cama para que yo durmiera en ella. Era muy detallista y cuidadoso, a diferencia de todos los demás hombres. Tenía todo muy bien ordenado y limpio. Acomodó la cama de una forma tan cariñosa y tierna que no podía creer que "el súper modelo" pudiera mover una mano para hacer esa clase de cosas. Me desengañé.

-Listo. Hace mucho frío puse más cobijas a la cama para que no te enfríes. Espero duermas cómoda y cualquier cosa que necesites puedes despertarme y pedírmela. Descansa.

Cerró la puerta de la habitación y procedí a acomodarme. Nunca antes había dormido tan feliz en una cama que no fuese la mía, pero ese día a ese lugar lo sentí propio, nunca desconocido. Estaba a punto de dormirme, cuando sentí que entró a la habitación. Yo estaba un poco destapada de la espalda y él pensó que yo ya estaba durmiendo. Me cubrió suavemente y apagó la lámpara. Sonreí y me dormí más que feliz por ese gesto, y por todos los demás que había tenido ese día conmigo.

Al otro día escuché que muy temprano hablaba por teléfono con el mecánico y ahí confirmé que realmente él no había planeado nada del auto. Me arreglé rápidamente lo mejor que pude, pero aún así no pude ocultar mis ojeras y ojos cansados. Subimos al auto y me dijo que el mecánico le había dicho qué hacer con el auto y así pudo arreglarlo. Cuando llegamos a mi casa bajamos y nos despedimos.

-Muchas gracias, me gustó la cita. -Sonreí tímidamente.
-Espero que se repita pronto. ¿Me das tu número de teléfono?
-Claro- dije mientras lo anotaba en su celular- yo también espero verte pronto.
-Creo que tendrá que ser hasta este fin de semana porque toda la semana saldré de viaje de estudios. Tengo una investigación que hacer. ¿Está bien?
-Si, claro, yo espero. Gracias por todo.- Dije dándole un beso en la mejilla.
-Cuídate.

Subió al auto con su forma varonil tan peculiar. Me encantaba, eso era claro. Y no era el físico, porque el primer día que lo vi me desagradó totalmente por su forma de ser. Pero, este lado que me había mostrado, el cual era en demasía diferente, era lo que había terminado por flecharme. Aún no entendía por qué alguien como él, tan guapo, tan atractivo, tan buen hombre, se podría haber fijado en alguien como yo; simple, normal, como tantas y tantas mujeres, o al menos eso pensaba de mí misma. Quizás no me valoraba lo suficiente, quizás podría tener algo especial que a él le haya agradado de mí. Pero aún así decidí no hacerme ilusiones, y menos después de lo que me dirían días después.

Llegué al colegio y les platiqué a Leah y Lilah sobre lo que había sucedido esa noche. Ambas estuvieron de acuerdo en que no debí de haberme quedado en su casa, pero la que parecía más en contra de ello era Leah, era como si supiese algo de él que no se atrevía a decirme.

-¿Por qué crees que te llevó a su casa? ¡Porque quiere acostarse contigo! Eso, y nada más.- Dijo Leah, molesta.
-Pues no creo que sea así, bueno, eso es lo que yo pienso... yo creo que debemos dejárselo al tiempo.- dijo tratando de animarme Lilah.
-Yo no creo eso. Si sólo fuese eso, pues me hubiera corrido de su departamento en cuánto yo no hubiese aceptado.
-¡Qué tonta eres! Ya verás que yo tengo la razón.

Lilah y yo nos miramos incrédulas. Por alguna razón Leah estaba muy molesta por lo que había sucedido, pero pensé que quizás era porque realmente se preocupaba por mí. No lo sabría hasta algún tiempo después.
Sólo me quedaba esperar a que pasara el tiempo y saber qué era lo que iba a suceder con Iker. Tenía miedo de que aquel sueño hermoso se terminara como siempre, como ya estaba acostumbrada a que sucediera. Siempre que algo bueno llegaba a mi vida, se terminaba de pronto, cuando menos lo esperaba. Pero ésta vez realmente deseaba que el se quedara, al menos algún tiempo, al menos para siempre.

Una noche comenzó a sonar mi celular, de nuevo era un número desconocido. Contesté y al principió no reconocí la voz de la persona que hablaba, hasta que con el paso de la conversación, supe que se trataba de la mamá de Liam.

-María necesito que vengas al hospital, Liam está muy mal y necesita verte, él me pidió que te llamara. ¿Podrías venir?

Aquella noticia me aterró. Colgué el teléfono sin saber qué hacer, pero solamente tenía una opción: tenía que ir. Llegué al hospital y me permitieron entrar al cuarto en donde estaba. Casi no lo reconocí. Había tenido un accidente en su auto y estaba verdaderamente mal. Sentí tristeza, temor. No quería que muriera. Tomé su mano y en ese momento sucedió algo que jamás pensé presenciar...

Continuará...















No hay comentarios:

Publicar un comentario